Playa Azul
A falta de amor una buena dosis de comida
En esta ocasión fui a uno de los lugares más tradicionales de nuestra capital para comer pescados y mariscos, ubicado desde hace muchos años en la calle Constitución (hoy corredor) esquina de Gabino Barrera. Muchos negocios han desaparecido desde aquél entonces y al igual muchos otros se han instalado, pero el Playa Azul sigue ahí, firme como desde los años setenta. Es el lugar clásico para ir a comer después de asistir al templo de Santa Ana, por lo tanto, es común ver a los niños corriendo y reuniones de familiares que no pueden verse entre semana, y van a ese lugar a compartir la sal y la pimienta.
Este lugar ha sufrido varias remodelaciones desde sus inicios, ahora hay personal que lo recibe desde su llegada y lo apunta en una lista de espera si el lugar está lleno; en esta ocasión no fue así ya que acudí un día entre semana, que por lo general está tranquilo. El entrar aquí me hizo recordar cuando mis padres cada domingo de hace ya algunos años me esperaban para comer, ya que cada domingo acudía al matiné del cine 2000 (que estaba por la calle Juárez); en la actualidad el término matiné les ha de parecer extraño a los jóvenes, pero era la proyección de películas los domingos por la mañana.
El recibimiento al Playa Azul es cordial, aunque no hubo necesidad de acompañarme a alguna mesa porque el lugar se encontraba prácticamente solo. Tristemente y después de tantos años siguen tardándose en llevar el menú, como al igual tardan, y bastante, para llevar lo que se ordene. Lamentable que en los baños, aun y cuando estén en remodelación, no haya un aviso y se encuentren llenos de agua en el piso, la tubería mal instalada, los lavabos sucios y sin mingitorios para los hombres, y para agregar los males el despachador de jabón descompuesto, así que al momento de hacer presión el champú sale para todos lados. Del personal se nota la gran diferencia de edades y de enseñanzas para “meserear” bastante dispersas. Una vez más, insisto, deben de impartirles una capacitación para aprender a manejar la charola y decirles que acudir a las mesas masticando chicle no es de buenos modales, y menos en un servicio de Alimentos y Bebidas, pues ni siquiera lo ocultan mientras toman el pedido. Aquí el comentario del mesero sale sobrando cuando me dijo: “su orden la acomodé arriba de las demás para que salga más rápido”, entendí que fue para que tomara en cuenta ese “detalle” y dejara más propina. Ese comentario deberían dejarlo para un restaurante de menor nivel, ahí tal vez haya alguien que lo crea porque es un lamentable y penoso ¡¡error!! Todos sabemos que en las cocinas llevan un orden y se van preparando los alimentos conforme van llegando los pedidos. La música e iluminación es buena y bastante agradable, y a la hora de la comida tienen música en vivo, en este caso un pianista. Cuenta con internet y sin ningún problema proporcionan la clave. Tienen enchufes para poner a cargar celulares, laptop, etc. Hay percheros para acomodar las bolsas, y al momento de retirar los muertos (loza y cristalería sucias) limpian con un atomizador con aroma muy fuerte, y eso no debe ser pues opaca los olores de la comida.
Los costos son elevados, pero si tienes un tiempo libre y quieres reunirte con los amigos y/o familiares y recordar ¿por qué no? aquellos tiempos de tu infancia, no hay mejor lugar que el Playa Azul.