La Chamana
No comas nada que tu abuela no reconozca como comida.
La Chamana representa a la mujer que no se somete, y a una sexualidad femenina libre. Imagino que por esa definición llamaron así a la cantante costarricense Chávela Vargas, la que siempre dijo ser mexicana y acuñó la frase: “los mexicanos nacemos donde se nos da la gana”, así lo decía, y hace ya algunos años, en una comunidad huichol de San Luis Potosí, en un ritual propio de sus costumbres, llamaron a Chavela “La Chamana”, y desde ese momento siempre portó una medalla de chaquira a donde quiera que iba a cantar.
Los chamanes, en diferentes culturas, se dice que tienen la sabiduría, tienen el contacto con los espíritus y tienen el compromiso de hacer el bien, y son, según sus usos y costumbres, los que sanan a la comunidad. Como sana es la comida del restaurante “La Chamana”, que se ostenta diciendo en su slogan que es “la mejor comida típica mexicana “, y es sobre este restaurante del que hablaré hoy. “La Chamana” está ubicado allá por la colonia Valle del Sur, en la calle Río Yaqui, entre Río Papaloapan y Boulevard Durango, y es una empresa 100% duranguense que abrió sus puertas en el año 2013. Acá entre nos déjame decirte que desde que entras se siente un ambiente cálido, al igual que su decoración y la pintura de sus paredes. Esto ayuda a que te sientas como si llegaras a tu casa o a la de algún familiar, la música es muy agradable, y en caso de requerirlo cuenta con enchufes para poner a cargar celulares, tablets, etc. Al momento que te sientas no tardan mucho en ir a darte la bienvenida y dejar el menú para que elijas lo que vas a pedir. Manejan desde los clásicos y típicos desayunos hasta antojitos, comidas y postres. A los meseros deben enseñarles cómo preguntar para poder retirar la carta del menú ya que parece que lo hacen enojados. En el montaje de la mesa están ya los totopos y salsa, que por cierto los puedes encontrar en centros comerciales, también están los saleros (que están prohibidos por ley que se encuentren en las mesas). Total que me decidí por unos “huevos a La Llorona”, que en efecto así están… ¡¡para llorar!! ya que las porciones que sirven no son nada comparadas a las que muestran en la imagen original en su publicidad (misma que me permití incluir, para ver la gran diferencia al momento de llevarlos a la mesa). Los baños están bastante limpios, así como limpios los uniformes del personal, y te dejan degustar los alimentos sin estarte presionando y preguntando qué te falta o qué más vas a pedir. El sazón es muy casero, los frijoles, aunque con un ligero sabor a ahumados, están muy sabrosos, así como sabrosa aunque pequeña es la porción montada de chicarrón en salsa verde en los huevos, faltando el queso, y créame que los costos no son nada económicos. Atiende en el lugar una chica que se llama Diana, a la que asusté por haberme encontrado tomando fotos de la fachada, y al momento de retirarme tuve que decir quién era y el motivo del por qué las estaba tomando, comentándome con una gran y agradable sonrisa que le pareció extraño, y que le dio un poco de miedo por cómo están las cosas en nuestra localidad.
Aprovecho este espacio para agradecer a todas aquellas personas por sus felicitaciones, sugerencias y recomendaciones. ¡¡Gracias!!