O controla a Morena o se lo lleva la fregada

No hay duda, nos engañamos con los dichos que van corriendo para crear las historias; así, muchos siempre hemos creído que los presidentes son “los hombres mejor informados del país”, y todo porque nos comentan o han dicho los que se dedican a filtrar las cosas de Palacio o de los pasillos, con acuerdos establecidos para ello, que un jefe de gobierno recibe información del Ejército todos los días, de cada zona y de cada sitio, de la Marina, de Gobernación, del CISEN, de sus contactos, de sus cuates, de sus informantes y de sus manipuladores. Y en el caso de que así fuera, sería tanta y tan variada, a veces confrontada, que difícilmente se puede digerir en una hora, después de que se reúnen los grupos de información y el presidente sale a confrontarse, sí, ahora así lo vemos en muchos casos, a confrontarse, no a informar para imponer sus dichos o montarlos con sus actos; y bueno, es la función de un mandatario y, por ello, cuando se equivoca, en vez de crecer se achica, y en vez de imponer se enfada o descalifica, y esto no quiere decir que no tenga razón, a veces la tiene y mucha, pero a lo mejor los que van de muy mañana van medio dormidos, enfadados, tensos, preocupados, sin saber qué hacer, esperando cachar las bolas y tener su minuto de atención, y eso tampoco está bien, no digieren la información ni su tendencia y es por ello que de pronto, al inicio, aparece una manera de decir las cosas y en los análisis se muestran otras, y en ese vaivén bailamos como si lo hiciéramos arriba de una hamaca yucateca.

Hace algunos años, en alguna ocasión tuve la oportunidad de caminar un poco por los jardines de Los Pinos acompañando a Luís Echeverría, yo estaba trabajando en la Zona Huichola, Cora y Tepehuana, y conocía ese ajetreo enorme, tratando, de buena fe, de resolver la mayor cantidad de asuntos; las muchas reuniones en las madrugadas y desveladas de todos los días eran el diario trajín de ese sitio, y el presidente, por alguna razón, me comentaba: “¿Cómo ha visto las acciones del gobierno?, ahora ya llega mucha gente del pueblo todos los días a tener contacto con el presidente, y hay una mayor apertura del gobierno”. Y bueno, me ganaba la inocencia o la imprudencia de la juventud y recordé algunas cosas que platicaba con sabiduría el Dr. Gustavo Baz Prada en las reuniones en el Club de Golf Campestre Churubusco, y no pude contenerme y le dije a Echeverría: “Pues muy bien, señor presidente, pero, dígame: ¿A qué horas piensa?”. Volteó con esos ojos fijos y duros que mantenía casi cerrados cuando buscaba imponer o descubrir algún sentido oculto en las discusiones, y preguntó: “¿Por qué dice eso Sócrates?”. Entre la sorpresa y la pena, le comenté algunas cosas que había entendido y con las que estaba de acuerdo en aquellas pláticas con el maestro Baz, y le dije: “Pues uno analiza y ve que, por ejemplo, el presidente de los EUA, el hombre aparentemente más poderosos del mundo, pues no tiene esa misma actividad tan fuerte. Se levanta, dicen, como a las siete, y a las ocho toma el café con su familia o con algún colaborador, a las once toma su descanso y sus alimentos, a las dos come con algunos colaboradores o gente que le interesa y, después, se va a jugar golf, no solamente para hacer ejercicio, sino fundamentalmente para PENSAR, y en ese pensar pues nos jode siempre a todos”. Y, bueno, uno puede estar equivocado, pero la realidad es la realidad y la experiencia es la acumulación de golpes bajos recibidos o caídas en las que entendemos cómo nos tropezamos, a veces, con la piedrita más pequeña.

La dirigente nacional de Morena, Yeidckol Polevnsky, su falta de rigor político ha provocado serias fracturas al interior de este partido en varios estados del país.

En esa buena fe y confianza de un mandatario o de cualquier dirigente en esa actividad constante donde todo es acción y no reflexión, pues existen los que se van aprovechando y tejiendo sus redes para sobrevivir al poder y mantenerse en las primeras líneas; y así, esos callados y tramposos son los que van llegando y envuelven al que manda engañándolo porque solamente le van contando lo que este quiere escuchar o quiere que se justifique en su saber y entender, y por ellos es que las cosas en Palacio pues marchan con tantos descalabros y conflictos, de tal suerte que si bien le va al mandatario, pues más o menos mantienen su proceder en lo ordenado, pero si no es así comienzan a destruir o confrontar las bases de su poder. Es por ello que ahora vemos ese violento proceder de muchos y muchas “alimañas”, dice Yeidckol, que buscan la dirigencia de MORENA, porque ahí, entienden, está el poder de acción y el de los mandatos para alcanzar puestos y presupuestos tal como lo están probando en Puebla, donde, independientemente de las dificultades, la última palabra la determinó el gran Tlatoani y todos la escucharon y atendieron, pero no dejan de pensar que es el tiempo de los cambios internos y que solamente con el poder de MORENA muchos pueden acceder al oído y corazón del presidente, ya que saben que ese es su cimiento y, por ello, debe proceder a proteger a la dirigencia que ha mostrado, por años, lealtad y sumisión o entendimiento a sus instrucciones y determinaciones, de tal suerte que en muchos casos se le permitió a gentuza que ni siquiera estaba de acuerdo con el proyecto inicial estar en las boletas electorales y, en ese tsunami electoral, llegaron a playas de poder sin entender siquiera cómo y por qué ahora son la base de la división, porque muchos que si realizaron la talacha diaria protestan y quieren, con razón, su pedacito de poder.

Recuerden que cuando triunfó, por decirlo así, Miguel de la Madrid Hurtado, impuso que los políticos se fueran al partido y no a la administración, y comenzó a llenar los puestos con tecnócratas que fueron el pilar del neoliberalismo y la tecnocracia que nos desgobernó. Así se inició la destrucción de ese grupo político. Hoy, parece que eso sucede en algunos casos en MORENA, cuando “las alimañas” quieren el poder que no buscaron pero saben de su importancia. Y ahí está ahora la gran “Falla de San Andrés” que puede colapsar a la organización si no dan un golpe en la mesa y se ocupan de su modificación, porque el presidente puede no tener todas las riendas de la administración, pero no debe perder la rienda política de su misión. Así que, cuando menos, entendemos que la obligación del presidente López Obrador, por el momento, es brindar el apoyo a Yeidckol y darse el tiempo para la reforma obligada de su sustento, que es el partido… 

O controla a Morena o se lo lleva la fregada.