Claroscuros de las políticas migratoria y de comunicación social de AMLO

Los pendientes que debe resolver el gobierno de Andrés Manuel López Obrador se agolpan peligrosamente día a día. No negamos el cúmulo de contratiempos que heredó esta administración, sean económicos, de seguridad, políticos o sociales, pero tampoco el gobierno de la 4T puede llamarse a sorpresa por lo encontrado en el closet una vez que se instaló en el poder. La lista de problemas por resolver no solo es amplia, sino que crece al paso de los días. Algunas políticas públicas han comenzado a dar resultados y otras tantas no. Los claroscuros comienzan a ser la característica del gobierno lopezobradorista.

Durante la campaña electoral, López Obrador prometió que su política migratoria no solo sería diferente a la ejecutada por los gobiernos priistas y panistas que le antecedieron, sino que marcaría un hito en la manera de tratar a las personas migrantes y en los proyectos puestos en marcha para humanizar el periplo de los centroamericanos a través de nuestro país. Al paso de los meses, la política migratoria de la 4Ta. Transformación nos entrega una de cal por una de arena. Un paso para adelante y otros tantos para atrás. No logra sacudirse los lineamientos establecidos por el Departamento de Estado norteamericano, y lleva a cabo a pie juntillas los designios de la Casa Blanca en lo concerniente al tema migratorio, sin olvidar que no se ha dado una respuesta enérgica a la constante militarización de la frontera sur de Estados Unidos como estrategia para detener la migración.

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Finalmente el lopezobradorismo se está adhiriendo a los lineamientos impuestos por el gobierno norteamericano en materia de migración.

Luego de seis meses de iniciado el nuevo gobierno, lo único claro es que las personas migrantes en México se encuentran al garete. Lo podemos ver en nuestra frontera sur, totalmente desbordada sin que existan las condiciones adecuadas para que ingresen a nuestro país los cerca de 3 mil 500 migrantes que diariamente se amontonan en la frontera chiapaneca. Lo miramos en la frontera norte, donde se arremolinan las personas migrantes que han atravesado nuestro país para ingresar a Estados Unidos; pero también se encuentran los migrantes deportados de la Unión Americana o aquellos que esperan obtener el asilo en nuestro vecino del norte.

Desde diciembre del año pasado el gobierno de la 4T suspendió el Plan Frontera Sur, que militarizaba la atención del fenómeno migratorio, y ofreció condiciones de estancia en nuestro país a las personas migrantes de Centroamérica a través de empleos y acceso a servicios médicos y educativos, además de ampliar el alcance de la Tarjeta de Visitante Regional Fronterizo (TRF) a los ciudadanos de Honduras y El Salvador, Guatemala y Belice (estos dos últimos ya gozaban de ese beneficio) que permite entrar y salir de México por un periodo de cinco años, siempre y cuando permanezcan en los estados de Campeche, Chiapas, Tabasco, Quintana Roo y Yucatán, ya que en caso de abandonar estas entidades perderán este derecho y serán deportados.

No obstante, al paso de los meses el gobierno de López Obrador ha cambiado su política migratoria. El gobierno federal ha cedido a las presiones de Washington y está deteniendo y deportando a los centroamericanos y cubanos que ingresan a nuestro país. Los operativos del Instituto Nacional de Migración (INM) en varios estados de la República van en aumento y todos concluyen con el retorno de cientos de migrantes a sus países de origen. La externalización de la frontera sur de Estados Unidos se materializa con las labores policiacas que realizan los agentes migratorios de la 4T. Además, se ha reducido considerablemente el número de solicitudes de refugio de los centroamericanos aceptadas por el gobierno de la República.

Aunque al inicio de la administración de López Obrador las deportaciones se redujeron, al paso de los meses se han incrementado. Hasta este momento han sido expulsados del país 45 mil 370 personas. Esto es una contradicción al discurso de la presidencia, en el que se afirma que el gobierno lopezobradorista desea ordenar la migración y cumplir con la firma del Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular.

A querer o no, los claroscuros de la política migratoria de la 4T se profundizan al paso de los meses.

Por otro lado, en materia de comunicación social el presidente López Obrador está dejando mucho qué desear, tanto por sus confrontaciones intimidatorias con algunos medios de comunicación como por el formato vulgarmente preparado de sus llamadas conferencias mañaneras, en las que un grupo ya bien identificado de “periodistas” le hace habitualmente preguntas intrascendentes y más que cómodas al primer mandatario para facilitar, en un momento dado, su lucimiento.

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Dos de los “periodistas” que todos los días ocupan la primera fila en las conferencias mañaneras para hacerle preguntas a modo al presidente López Obrador.

Esta bochornosa situación fue denunciada recientemente por el popular comediante y crítico de la política nacional, Víctor Trujillo, en su ya célebre interpretación del payaso Brozo, provocando una airada respuesta en las redes sociales por parte de los contingentes cibernéticos que generalmente operan a favor del presidente “izquierdista”.

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Víctor Trujillo, el prestigiado comediante que da vida al célebre payaso Brozo, fue atacado por las huestes cibernéticas al servicio de López Obrador por haber denunciado el burdo montaje que se lleva a cabo en las conferencias mañaneras del mandatario tabasqueño.

Este linchamiento cibernético premeditado del que fue objeto Víctor Trujillo y su personaje Brozo, no dejó de ser un abierto atentado a la libertad de expresión dirigido desde el poder, pero perpetrado “por la gente”, dándonos el mensaje de que podemos decir lo que nos plazca, pero si tenemos el atrevimiento de exhibir las pifias que comete el presidente de la República y sus colaboradores nos arriesgamos a ser dilapidados con insultos de todo tipo y amenazas por ese ejército virtual que está al servicio de López Obrador en las principales redes sociales que se utilizan en México.

En estos seis meses de gobierno es indudable que la 4T se ha conducido con un alto grado de improvisación y poco profesionalismo en áreas muy sensibles, por lo que sería deseable que López Obrador y su gabinete replantearan el camino a seguir dándole la seriedad debida a todas y cada una de sus actividades.

No por nada los índices de aceptación del jerarca tabasqueño van a la baja, por lo que López Obrador y su equipo cercano de colaboradores deberán buscar elevar el nivel intelectual y político de su gobierno, un nivel que esté a la altura de lo que se merece el pueblo de México.