¡Ya se va!

De la redacción de razacero.

Finalmente, no fueron los corruptos diputados del Congreso duranguense los que inhabilitaron al nefasto senador y alcalde “con licencia” de Durango, José Ramón Enríquez Herrera, por los delitos electorales que cometió, sino el pueblo quien con su poderosa arma del voto mandó a su casa con cajas destempladas a este político mediático que durante su mandato estuvo más ocupado en preparar sus campañas para obtener una senaduría y para reelegirse que en resolver los problemas de la ciudadanía.

A las seis de la tarde de este 2 de junio se cerraron las casillas electorales, y hacia la media noche los resultados del Programa de Resultados Preeliminares (PREP) del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana ya arrojaban una tendencia irreversible de casi 20 mil votos de ventaja a favor del candidato panista Jorge Salum del Palacio sobre su adversario más “cercano”, el candidato del partido Movimiento Ciudadano “El ‘Águila’ Enríquez, quien ya tenía preparado un escenario en la Plaza IV Centenario para festejar su triunfo, un triunfo que no llegó porque los electores, que son los auténticos mandantes, con sus votos le dijeron que NO, que ya era suficiente pues no cumplió sus promesas de campaña y en innumerables ocasiones defraudó la confianza que en él depositaron.

Ya se va “El ‘Águila’ Enríquez” dejando tras de sí un amargo sabor de boca y la sensación de que su trienio fue un trienio perdido en los aspectos político, social y económico, en el que el único beneficiado a título personal fue precisamente “El ‘Águila’ Enríquez”, quien gracias a su posición de alcalde de Durango obtuvo una senaduría a la que muy probablemente regresará para desde ahí pretender aspirar a la gubernatura de esta entidad norteña en 2022.

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José Ramón Enríquez, en su frustrado intento de reelección hizo gala de un dispendio inusual de recursos, rebasando por lo menos 10 veces el tope de gastos de campaña y provocando un grave daño al erario municipal de Durango por los descuentos ilegales que su alcalde interino, Carlos Epifanio Segovia, otorgó a miles de ciudadanos a cambio de que votarán por él.

Ya se va “El ‘Águila’ Enríquez”, y con él se va su detestable y peligroso séquito de encubridores, defraudadores, hostigadores sexuales, violadores de derechos humanos, saqueadores y emisarios del pasado que en su campaña electoral exhibieron niveles de prepotencia y vulgaridad inauditos.

Ya se va “El ‘Águila’ Enríquez” con su máscara de mal gusto, con sus horrendas letras de “DURANGO TE QUIERO FELIZ”, con sus luminarias led defectuosas y carísimas (que el nuevo alcalde Jorge Salum tendrá que arreglar).

Ya se va “El ‘Águila’ Enríquez” con su promesa incumplida de no “chapulinear”, con su Ciudad Gobierno no edificada, con su Parque de las Naciones no construido, con sus casas del Infonavit no entregadas a los trabajadores municipales que sindicalizó en su desesperación por ganarse adeptos, luego de más de dos años de ser cómplice de los atropellos perpetrados por sus directivos y colaboradores más cercanos en contra de éstos.

Ya se va “El ‘Águila’ Enríquez”, con su Planta Potabilizadora del Agua para todos los duranguenses que jamás construyó, sus dos Líneas de Metrobús no hechas, su fantasioso Circuito Vial Francisco Villa de 4 niveles que jamás inició.

Ya se va “El ‘Águila’ Enríquez” con su referéndum de revocación de mandato nunca realizado, sus auditorías inconclusas a los saqueadores priístas que lo antecedieron y con una larga cauda de adeudos millonarios a proveedores y prestadores de servicios a los que difícilmente les pagará, luego de que su alcalde interino, Carlos Epifanio Segovia, autorizara descuentos del 90 y 100% en pagos de agua y predial a miles de ciudadanos a cambio de que votaran por él.

Ya se va “El ‘Águila’ Enríquez dejando al municipio de Durango con los peores índices de inseguridad, desempleo y desarrollo económico jamás registrados en toda su historia.

Ya se va “El ‘Águila’ Enríquez” luego de realizar un despilfarro diez veces superior al tope de gastos de campaña, por el cual deberá ser investigado por la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (FEPADE).

Hoy, la ciudadanía duranguense amanece ya con un peso menos en su espalda y con la satisfacción del deber cumplido al haberse deshecho de un personaje nocivo, extremadamente dañino y sórdido.

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Con un abstencionismo del 58%, a la ciudadanía duranguense le alcanzó para mandar a su casa al alcalde José Ramón Enríquez Herrera. A nivel estatal el PRI obtuvo 15 alcaldías, la coalición PAN-PRD 17 y el partido Morena ganó Gómez Palacio.

Lo anterior, indudablemente, no deja de ser un mensaje y advertencia para quien esta ciudadanía ha elegido como su próximo alcalde para el trienio 2019-2022: el panista Jorge Salum del Palacio, quien, ineludiblemente y a diferencia de su antecesor, no deberá ser cómplice de los saqueos y graves descalabros al erario que cometieron en el ejercicio de sus funciones públicas el senador y alcalde “con licencia” José Ramón Enríquez Herrera y la mayoría de sus directivos abyectos. El negociar la impunidad de los sátrapas salientes tendría un alto costo político para el virtual alcalde electo de Durango.

Y otro punto en el que el electorado duranguense seguramente estará muy atento será el de la conformación del futuro gabinete municipal, en el que el panista Jorge Salum deberá designar a perfiles idóneos por sus capacidades profesionales y no por pagos de cuotas de poder. De esto dependerá que su gobierno comience con el pie derecho o se derrumbe desde los primeros meses, pues luego de padecer un trienio oscuro e improductivo la ciudadanía exigirá resultados positivos inmediatos.

Ya se va “El ‘Águila’ Enríquez” y llega Jorge Salum, pero la única lección que nos deja el ejercicio de este proceso democrático es que no son los diputados corruptos del Congreso local ni los tribunales electorales los que deciden si un gobernante se queda o se va: en Durango, el pueblo es el que manda.

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El panista Jorge Salum del Palacio, virtual alcalde electo de Durango, ahora tiene la responsabilidad de recuperar el trienio perdido del “’Águila’ Enríquez” y no ser cómplice de los saqueos cometidos por éste y su séquito de sátrapas.