Morenistas, enemigos de Durango

Fernando Miranda Servín.

Como ya se sabe, la mayoría de los personajes que hoy se ostentan como “morenistas” y ocupan diputaciones federales y locales “representando” al pueblo de Durango apenas hace un par de años eran fervientes priístas y panistas, enemigos de todo lo que oliera a López Obrador. También se sabe que por lo menos desde 2016, por acuerdos directos con el santón tabasqueño, la franquicia de Morena en Durango fue adquirida por la mafia política priísta que gobernó esta entidad el sexenio pasado. Esta es la razón por la que los auténticos fundadores de este partido en Durango fueron relegados e impedidos para obtener candidaturas codiciadas; es decir, las mejores posiciones pertenecen a este gremio de sobra conocido como corrupto, y las demás candidaturas, como para regidurías, suplencias y una que otra lejana y pequeña alcaldía se las dejan a los pocos “fundadores” que sin un miligramo de dignidad han aceptado participar en este juego.

Yeidckol Polevnsky, Rosendo Salgado y la diputada local Sandra Amaya, tres de los artífices del desastre electoral de Morena en Durango.

Llegados a sus curules federales y locales por Durango debido al efecto cascada, pues se colgaron del arrollador voto que llevó a la presidencia de la República a López Obrador en 2018, se esperaba que los integrantes de esta pequeña pléyade de “morenistas” (priístas y panistas) aprovecharan esa coyuntura política y en las elecciones de junio de 2019 colaboraran con su partido Morena para ofrecerle a la ciudadanía opciones realmente viables y decorosas para votar, pero como todos los duranguenses lo atestiguaron, terminaron destrozándose a sí mismos, dividiéndose y apoyando a perfiles más que nefastos; y, pudiendo lograr una victoria electoral histórica, quedaron en un vergonzoso quinto lugar en las votaciones generales, logrando obtener solo dos municipios de 39 (Gómez Palacio y Otáez) y una triste regiduría en el municipio de Durango.

En los hechos, los integrantes de este conglomerado promiscuo (diputados federales y locales, y dirigentes estatales de Morena) no son izquierdistas, jamás en su vida han oído hablar de Federico Hegel; difícilmente han leído una página del libro El Capital, de Carlos Marx, y al Che Guevara lo conocen solo por la silueta de aquella placa que el célebre fotógrafo cubano Alberto Díaz “Korda” le tomó al legendario guerrillero argentino.

Hoy, los resultados de esa mezcolanza fétida son más que desastrosos y ofensivos para el pueblo de Durango, pues el primer saldo que dejó, por ejemplo, el grupo de diputadas federales de Morena que “representan” a Durango en el Congreso de la Unión: Martha Olivia García Vidaña, Alma Marina Vitela Rodríguez (hoy alcaldesa electa de Gómez Palacio), Maribel Aguilera Chairez e Hilda Patricia Ortega, fue que el presupuesto federal de 2019 para esta entidad norteña haya disminuido por lo menos 2 mil millones de pesos (27 mil millones) en relación al presupuesto federal que le fue otorgado a Durango en 2018, que fue de casi 30 mil millones, pues este grupo de diputadas no estuvo atento y no impugnó en el Congreso de la Unión este atropello, perpetrado por la misma mayoría de diputados federales morenistas.

Gabriel García Hernández, coordinador nacional de los “superdelegados”, Ignacio Mier Velasco y Armando Navarro Gutiérrez, “delegado especial”, corresponsables de que Morena haya quedado fuera de la contienda por la gubernatura de Durango en 2022, y que los electores no tengan una verdadera opción de izquierda para votar

A nivel local, la representación “morenista” en el Congreso no se ha quedado atrás con diputados pusilánimes y clientelares, cuyo principal objetivo ha sido asegurar su futuro económico y político “blanqueando” las Cuentas Públicas de funcionarios corruptos del gobierno estatal y de alcaldes saqueadores. Por lo demás, basta revisar la página web del Congreso de Durango para ver la cantidad de “pronunciamientos”, “puntos de acuerdo”, “dictámenes” e “iniciativas” frívolas y ociosas que la fracción de diputados del partido Morena ha presentado, como las del diputado Ramón Román Vázquez (priísta) exhortando a los directivos de las escuelas a que protejan a los niños del sol y a las autoridades de salud a que emprendan una campaña contra el cáncer de piel, actividades que desde hace más de una década llevan a cabo los sectores educativo y de salud. Otra de las diputadas “morenistas” que simplemente rompió el molde de la corrupción es la panista Sandra Lilia Amaya Rosales, con una acusación penal en su contra en la Fiscalía General de Durango por haber entregado en el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana un documento apócrifo para intentar registrar la coalición de los partidos Morena, PT y Partido Verde en el pasado proceso electoral.

Se sabe ya, también, el manejo discrecional del presupuesto del Congreso para beneficiar con prestaciones especiales a ciertos empleados que son, coincidentemente, familiares y amigos de diputados “morenistas”, y la influencia que sobre esta fracción ejerce el conocido hostigador sexual y “dirigente estatal” de Morena, el tlahuaquense Rosendo Salgado Vázquez, quien opera de facto como presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso de Durango, y también disfruta de ciertas canonjías, como tener una pequeña flota de vehículos propiedad del Congreso a su disposición.

A los ojos de la ciudadanía, todo esto es visible, como visibles fueron las sucias pugnas entre esos bandos de prianistas que se disputaron las candidaturas de Morena como verdaderos perros de presa, especialmente la del municipio de Durango.

La estrepitosa derrota de Morena en Durango, en la contienda electoral del pasado 2 de junio, deja al partido de López Obrador prácticamente fuera de la pelea por la gubernatura en 2022. Esta derrota tiene nombres y apellidos: se trata del grupo de poder encabezado por Yeidckol Polevnsky, Rosendo Salgado y sus diputados del Congreso de Durango, Sandra Amaya y Pablo César Aguilar Palacio, principalmente; el otro grupo que complementó la tragedia morenista duranguense fue el del Lic. Gabriel García Hernández, coordinador nacional de los “superdelegados”, con sus subordinados, como el malogrado Enrique Novelo, Ignacio Mier, Armando Navarro y el ex diputado plurinominal y ex candidato a la alcaldía de Durango, Otniel García Navarro. Todos ellos le negaron el electorado la oportunidad de votar por un auténtico partido de izquierda.

Así las cosas, mientras este par de hordas, dignas representantes del neandertalismo político, continúen haciendo y deshaciendo en Morena el pueblo de Durango volverá a ponerlos en el quinto lugar que se merecen.

Por lo pronto, a este grupo de diputados federales y locales: Martha Olivia García Vidaña, Alma Marina Vitela Rodríguez (hoy alcaldesa electa de Gómez Palacio), Maribel Aguilera Chairez e Hilda Patricia Ortega; Sandra Lilia Amaya Rosales, Karen Fernanda Pérez Herrera, Ramón Román Vázquez, Pablo César Aguilar Palacio, Elia del Carmen Tovar Valero, Pedro Amador Castro, Julia Peralta García, Alejandro Jurado Flores, Nancy Carolina Vázquez Luna, Luis Iván Gurrola Vega y Otniel García Navarro, a esos “dirigentes estatales”: Rosendo Salgado Vázquez y Armando Navarro, y a ese coordinador nacional de “superdelegados”, Gabriel García Hernández (que tanto daño ha hecho limitando programas sociales), la ciudadanía duranguense debe necesariamente ubicarlos como políticos disfuncionales, que solo ven por sus intereses muy personales y de grupo; es decir, debe ubicarlos como sus enemigos.