Los Cuatro Vientos

Es importante lo que el cliente quiere comer, no lo que el chef quiera preparar.

Este restaurante de pescados y mariscos se encuentra en el corredor más turístico de la capital de Durango, que es el de la calle Constitución, en el número 154 norte, y aunque ya tiene algunos años y cuenta con otras sucursales su servicio y su alimentación dejan bastante qué desear. Cuando uno piensa en pescados y mariscos inmediatamente visualizamos fiesta, colorido, música, ¡¡alegría!! Pero acá entre nos, tristemente este lugar desluce. Aunque tiene ventanas grandes, el lugar es bastante lúgubre, oscuro, y si le agregamos que las luces del área del comedor están apagadas, el lugar resulta realmente desolador.

La música que tienen es instrumental, con un volumen aceptable, no muy alto. La atención la da una señora que es muy agradable, pero no es buena en su oficio ni es servicial ya que en el tiempo que estuve ahí no se acercó ni una sola vez a por lo menos retirar los muertos (loza y cristalería sucias) ni a preguntar si algo se me ofrecía.

La puerta del baño de hombres está caída, así que si quieres cerrar pues arrastrará en el piso y ya te imaginarás el “chillido” que causa, aparte está sucio.

Su carta (menú) es variada, al revisarla pedí una quesadilla de camarones y una hamburguesa de filete de pescado empanizado con papas a la francesa. Aunque fui el único comensal, la atención es muy (y hago hincapié), muy mala y tardada.

De beber pedí una cerveza Heineken, porque así está mencionada en la carta, y nada, ¡no había! Me decidí por otra marca que afortunadamente sí tenían.

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Al llevarme el primer platillo, grande fue mi sorpresa al ver que la quesadilla estaba preparada con tortilla de maíz chica, y los camarones pues nunca los encontré porque lo único que vi fueron cuatro laminitas de camarones… sí, ¡láminas! ya que los “camarones” eran de los chicos y aparte estaban recortados por la mitad, acompañados de una raquítica, por no decir pobre, ensalada de lechuga con dos pedacitos de tomate y una tira de aguacate.

De la hamburguesa ni qué hablar, con decirle que lo único que me agradó fue que el pan tiene mantequilla, que es lo que le da sabor, porque el filete de pescado empanizado parece que lo tienen congelado, por lo que no tiene nada de sabor; aparte, el empanizado estaba en las orillas, pasado y duro.

Las papas a la francesa con las que va acompañada la “burguer”, nada extraordinario.

Su mobiliario, aunque es de madera, es cómodo, y sus costos no son accesibles.

Créame que si pudiera darle un menos cinco tenedores lo haría, pero no se puede porque el mínimo es uno, por lo tanto esa es mi calificación: ¡un tenedor!

Ahora entiendo por qué la nula presencia de este restaurante en redes sociales.

Agradezco sus felicitaciones por la columna al Ing. Jaime Fiscal.