Café de Olla
Un café y un amor… ¡calientes, por favor!
Me gustaba ir a la casa de la abuela por los aromas a comida, a tortilla, a pan, pero sobre todo por el olor del café. Era clásico encontrar junto a la hornilla o al bracero una olla grandota de peltre color azul (algo despostillada por fuera), no importaba la hora a la que llegaras, la olla eternamente tenía café, ¿por qué?, la verdad nunca lo supe, pero desde que yo recuerdo siempre estaba ahí, cualquier persona que llegaba era recibida con un aromático y caliente café de olla, preparado con canela, piloncillo y café molido.
Créame, el olor del café hace que evoques viejas épocas, quieras o no, y te hace recordar a personas que ya no están en este plano.
Siempre es agradable tomarnos un café de olla, y en esta temporada de frío aún más, pero nunca agregarle crema o más azúcar.
El lugar a donde llegué a desayunar esta vez fue precisamente al restaurante “Café de Olla”, que es propiedad de un emprendedor duranguense y tiene relativamente poco tiempo de haberse instalado. Se encuentra en la calle Valle de Guatimapé Núm. 402, colonia La Esperanza.
Su decoración se podría definir como rústica-minimalista, sus mesas y sillas en madera son muy cómodas, el lugar cuenta con algo de herrería, sobre todo en las paredes, encerrando y dando más realce al nombre del lugar, así como con un reloj (sin pila) que está colgado en la pared principal de la zona del comedor; llaman la atención unos molcajetes que están de lado derecho al entrar al lugar (como sugerencia estaría bien darle a ese espacio una buena limpiada, ya que está lleno de hojas que cubren estos singulares artículos), utensilios típicos de hace algunos años en donde nuestras abuelas hacían las deliciosas salsas con un movimiento muy particular en las muñecas y que estuvo en todas las cocinas mexicanas.
La casona es de construcción modernista y se acondicionó el área de la cochera, que es bastante grande. Para ser un lugar de alimentos y bebidas su ambientación y sonido son muy agradables; solo cuenta con un sanitario (este es para hombres y mujeres) y se encuentra fuera del área del comedor, y para esta temporada de frío extremo o de lluvia es bastante incómodo salir.
La atención cuando llegas es buena, son muy amables, ofreciéndote el tradicional cafecito mientras ponen la manteleta en la que trae impreso el menú con una aceptable variedad de sugerencias de desayunos, jugos y licuados. ¿Y qué creen que ordené? ¡Exacto!, un café de olla que está muy delicioso en cuanto a sabor y a temperatura y que tiene la garantía de ser refill, ¡así que cada vez que lo termines van a servirte más por un solo precio! En cuanto a los alimentos, a la hora del almuerzo pedí los tradicionales chilaquiles en salsa de frijoles.
Ya en la descripción del platillo te das cuenta de que también lleva algo de chile chipotle y cuando te los llevan estos van montados en una torta de huevo (que son sólo las claras, así lo hace sentir la textura al momento de degustar, así como por el color de la misma) con una salsa de frijoles con chipotle aceptable al paladar, con su decoración de chorizo, queso y crema.
Sirven suficiente para que quedes satisfecho y el tiempo que tardan en llevarte el o los platillos es relativamente corto.
La atención, Acá entre Nos déjame decirte que no es muy buena, puesto que se olvidan de tu mesa hasta que buscas al mesero para que sirva más café o bien pedir la cuenta.
Es un lugar muy agradable para ir con familia, amigos, compañeros de oficina o con tu pareja. Los precios son altos, imagino que es por la ubicación y el lugar, mas como dije: su atención no es nada buena, por lo que le doy dos tenedores.