Cielo y Sabor

Todo ángel necesita un demonio que le invite un café.

Imagino que en alguna ocasión se ha hecho la pregunta sobre de dónde viene la palabra o por qué se les dice “restaurantes” a los negocios de comida. Déjeme decirle que en el año 1765, en París, un señor de apellido Boulanger que servía de comer en su casa tuvo la idea de colgar un letrero con la siguiente frase: “Venid a mi todos aquellos cuyos estómagos clamen angustiados, que yo os restauraré”; esto, con la intención de anunciar que ahí se vendía comida, para que la gente entrara a degustar lo que se preparaba en el lugar. De allí nace la palabra “restaurante”.

Y así como Boulanger, Sergio Cervantes, un joven entusiasta, abre por iniciativa propia en la calle Aquiles Serdán Núm. 231 (lugar de su residencia) un restaurante llamado “Cielo y Sabor”, que ofrece una interesante variedad de desayunos.

Es una casa con una ambientación modernista, tiene en sus paredes algunos colores tierra, frases y dibujos que tienen que ver con la cocina, cuenta con una pantalla en la que pasan videos de música pop en español, lo que te hace más agradable la estancia y la espera de los platillos, mismos que te llevan a la mesa en muy corto tiempo, por lo que pude darme cuenta que su personal está lleno de jóvenes entusiastas que hacen con mucho gusto su trabajo, aunque como siempre lo menciono nunca está de más una pequeña capacitación para quienes ayudan en el servicio de atender las mesas.

Al entrar al baño es como si entraras al de tu casa, limpio, ordenado y con lo necesario para el servicio.

El joven que me atendió es bastante atento y muy servicial, deja el menú y te ofrece café de olla como entrada (el cual está muy sabroso y en su punto de temperatura), al poco tiempo regresa a tomarte la orden, que en este caso fueron unos chilaquiles divorciados, acompañados de pollo. En medio de las dos salsas van como guarnición frijoles bien cocidos y de muy buen sabor. Las salsas para esos chilaquiles (salsa verde y de chipotle) que van con fajitas de pollo excelentemente bien guisadas y sabrosas, tienen un leve picor y están bien balanceadas de sal, chile y alguno que otro condimento.

Su mobiliario es de madera, y a pesar de que el lugar y la ambientación son agradables para quedarte más tiempo las sillas son poco cómodas, por lo que solo te invitan, ahora sí, al “comes y te vas”.

Pese a que el lugar está ubicado en una de las arterias donde no hay mucho comercio, pude percatarme que el sitio poco a poco se va acreditando, y eso da mucho gusto, ya que también, como siempre lo menciono, hay que apoyar al talento y a la iniciativa de emprendedores duranguenses, por lo que va mi felicitación a este joven deseándole todo el éxito tanto a él como a todo su personal.

Van tres tenedores para Cielo y Sabor, y aunque los costos son un poco altos hay que mencionar que manejan promociones bastante atractivas, por lo que vale la pena ir a disfrutar y a degustar de sus alimentos.