Eco Cocinas
Donde menos lo esperas salta la liebre
Es un dicho muy conocido desde hace bastantes años por todo aquel que se jacte de ser mexicano, y viene a colación porque déjame decirte Acá entre Nos que al escuchar el nombre de “Eco Cocina” uno se imagina que venden cocinas, pero no, es un restaurante de comida mexicana ubicado en una de las principales calles del Centro Histórico de la ciudad de Durango; se encuentra en Francisco I. Madero s/n, casi esquina con la Av. 20 de Noviembre.
Es un lugar bastante amplio y a pesar de ser una casa típica del centro está acondicionado para dicho servicio. Tiene poco de haberse establecido y quise hablar de este sitio porque como sabes uno de los objetivos primordiales de esta crítica-reseña es impulsar a los emprendedores locales.
Pues bueno, te cuento que desde que entras te hace sentir muy bienvenido todo el personal, créemelo, todos te saludan con una sonrisa, todos perfectamente limpios y bien uniformados acompañándote a la mesa de tu elección, dejándote el menú y regresando momentos después para tomar la orden, siempre con mucha amabilidad.
El mobiliario es cómodo, si bien los bancos y sillas son de madera cuentan con cojines, las mesas tienen sus manteles, sus manteletas son muy mexicanas y hay de varios colores como amarillo, azul, morado y café. Cada mesa cuenta con su servilletero y pese a que los saleros ya están prohibidos en los lugares de alimentos por aquello de cuidar la salud, ahí aún se hallan.
Los sanitarios se localizan en el patio trasero del lugar, se observan muy limpios, contando con todo lo necesario para el servicio, y si solo deseas lavarte las manos cuenta con lavabos afuera de los mismos.
En cuanto a la decoración las paredes están pintadas de colores tierra, es austera pero te hacen sentir muy confortable. La iluminación es bastante buena. Cuenta con pantallas que transmiten un canal de videos de música pop, con un volumen muy aceptable para los oídos.
En esta ocasión pedí como entrada una sopa de lentejas y de segundo plato pechuga de pollo a la jardinera, con guarnición de arroz blanco y ensalada verde con tomate y pepino. Antes de llevarte los alimentos dejan en la mesa un bowl con varios paquetitos de galletas saladas y una salsa verde de picor muy suave y bien equilibrada.
Bueno, para empezar las lentejas estaban muy bien cocidas pero sin ningún sabor, a muy buena temperatura, eso sí. En cuanto a la pechuga de pollo está de muy buen tamaño, fue a la plancha, bañada con una salsa bechamel con cuadritos de zanahoria y chícharo, que por la dimensión del corte de la zanahoria son de las que venden en paquetes y se congelan. Lo que le da buen sabor al platillo es la salsa bechamel, perfectamente balanceada; respecto al arroz, tiene un sabor casero, no obstante le faltó cocción, y en lo que corresponde a la ensalada sus ingredientes son frescos pero muy pequeñas las porciones.
Como conoces, en cada una de mis columnas hablo sobre la calidad y la atención del personal que atiende las mesas, y en esta ocasión me llamó poderosamente la atención la rapidez y eficacia de los meseros y meseras, nada se les olvida, te llevan rápido lo que les pides y cuando pasan junto a tu mesa te hacen las clásicas preguntas: “¿todo bien?” y “¿algo más que le pueda ayudar?”. Mis felicitaciones a todo el personal, de ahí la frase “donde menos lo esperas salta la liebre”.
Sinceramente, aunque es un establecimiento que puede pasar desapercibido por el transitar de la gente, me quedé con un muy buen sabor de boca. Totalmente recomendable, tanto por la atención como por los precios y sobre todo los alimentos.
Es un lugar que te invita a regresar, por lo que le daré cuatro tenedores.
Sirve este espacio para agradecer a la señora Sonia Ruiz y contestar a su pregunta de “¿cómo se le llama a la mesita auxiliar donde le preparan los alimentos al comensal?”. La respuesta es gueridón, y a este tipo de servicio se le llama “a la rusa”.