El mapa del placer femenino: 5 zonas intensas que desconoces y debes explorar
Alba Ramos Sanz.
Muchas personas se consideran buenos y experimentados amantes con cierta soltura a la hora de practicar sexo, y, por qué no, pueden serlo realmente. Sin embargo, conseguir una completa conexión en la cama no es tarea fácil y caer en posturas aprendidas no sólo es rutinario, es poco excitante tanto para él como para ella –que, aunque no lo creas, ya se ha dado cuenta de cuál es tu movimiento estrella–.
Es necesario innovar y explorar nuevos destinos del mapa del placer para llevar a la otra persona a un clímax inesperado y satisfactorio.
Cuando se está en pareja es más sencillo conocer dónde podemos encontrar las cosquillas, generar un escalofrío o rozar ese punto que sabemos excita a la otra persona. Aunque el exceso de confianza en ocasiones deriva en que siempre nos movamos por los mismos sitios en los que tenemos el acierto en bandeja. Pero, ¿y la capacidad de sorpresa?
Estés o no emparejado, no te acomodes. Cuando hacemos el amor el tacto es el sentido que más se estimula. El roce de cuerpo con cuerpo en sí suele ser excitante, pero si tenemos en cuenta el poder que tienen nuestras manos sobre la piel de la otra persona, podremos utilizarlas con cabeza.
Es necesario innovar y explorar nuevos destinos del mapa del placer para llevar a la otra persona a un clímax inesperado y satisfactorio
Como explican en la edición digital del diario italiano D Repubblica: “la piel es el órgano sexual más grande y lo tienes a tu disposición para tratar de dar placer”. Podemos activar cada parte del cuerpo con una simple caricia, un abrazo o un masaje. Aquí se muestran cinco zonas erógenas femeninas a las que deberías acercarte, a ver qué se cuece.
1.- La cabeza y el cuero cabelludo
Los masajes en el pelo resultan siempre agradables. Si a un simple movimiento de las yemas de los dedos le añadimos un poquito de picardía y caricias que vayan desde el cuello hacia la barbilla y desemboquen por toda la cara, activaremos otras muchas zonas y conduciremos a la otra persona a un estado de bienestar y calma.
Que no se te escape ningún rincón de la zona. Ejerciendo una presión suave con los dedos sobre el centro de las sienes, a modo de masaje, y acompañándola con relajantes círculos en el cráneo, liberaremos tensiones y ayudaremos a entrar en una situación de completo relax. Acompañar estos movimientos de una respiración apropiada, el constante contacto de las manos con su cuerpo y, por qué no, alguno que otro beso, pueden descubrirte todo un universo de sensaciones.
Cuando hacemos el amor el tacto es el sentido que más se estimula (Corbis).
2.- El vientre
La zona del ombligo es el centro de la energía del cuerpo. Al estimularla, empieza a irradiar calor y lo transmite a todo el cuerpo. Acariciándola con las yemas de los dedos desde la cintura hacia el ombligo –suavemente y sin hacer cosquillas en el caso de que las hubiera– podemos excitar poco a poco a la otra persona.
Usar la cara y la boca para estimular la zona intensificará las sensaciones e irá convirtiendo la sensación de placer agradable en un deseo carnal.
3.- Los pliegues de la piel
Las rodillas, los codos, los antebrazos, las muñecas… ¿Se te habían pasado por alto estas zonas? Pues acariciarlas y estimularlas, tanto con suaves movimientos de las yemas de los dedos como con los labios e incluso con la lengua –controlando los excedentes de saliva– pueden dar un placer inesperado.
Normalmente abandonadas, excitarlas adecuadamente puede llevar a que la mujer se estremezca y sienta un cosquilleo nuevo. Al no tratarse de zonas íntimas, se pueden acariciar en cualquier momento sin que resulte llamativo –esto es, también en público mientras se cena o se toma una copa– “ayudando a crear una complicidad y un juego erótico que tendrá su culminación después”, recomiendan en el artículo.
4.- Los pies
En las plantas de los pies hay miles de terminaciones nerviosas, por lo que masajearlos adecuadamente puede, además de relajar y dar placer, activar otras muchas partes del cuerpo.
Nunca caricias demasiado suaves, lo mejor es calentar la zona agarrando los pies con las dos manos y utilizando las yemas para activar la planta. Una vez que haya quedado claro que no estás haciendo cosquillas –no vayas a llevarte una patada como acto reflejo– continúa masajeando el tobillo y el talón en pequeñas rotaciones.
Apoyar la planta de sus pies en tu pecho para que sienta tu respiración, acercártelos a la cara e incluso mordisquearlos o lamerlos, puede derivar en todo un triunfo o en un completo fracaso desconcertante. Por eso presta atención a las señales de aceptación o rechazo que te dé tu pareja.
5.- El completo: todo el cuerpo
¿Por qué centrarte en una sola zona cuando puedes masajear su cuerpo entero? Es importante que utilices el peso de tu cuerpo para activar cada zona que toques. No en plan peso muerto, sino que ella pueda sentir que es tu cuerpo y tus manos los que le están dando placer.
Lo ideal es conseguir la sensación de desnudez de cuerpo con cuerpo, dejando total libertad al sentido del tacto como todopoderoso del placer. Puedes empezar el masaje con ella sentada apoyando su cuerpo sobre tu pecho y masajeando sus brazos de arriba abajo antes de acostarla y hacer lo propio con el resto de espalda, cuello, hombros, cintura, coxis, las piernas… un completo de los pies a la cabeza que es conveniente que compagines con fuerza y caricias.
No te olvides de los glúteos, para ello puedes ayudarte de los codos y realizar suaves circunferencias.
Velas –o al menos una luz adecuada que no sea el fluorescente de la cocina–, una música apropiada y aceites y cremas de masaje serán los complementos ideales para descubrir nuevas zonas que tus manos encontrarán simplemente deslizándose por cada recoveco de su cuerpo. Esto no quiere decir que te ciñas a las cercanías a sus órganos sexuales, pero no olvidarlos y hacer cosquillas por esas áreas aumentará la excitación y el deseo de que te vayas acercando cada vez más.
(elconfidencial.com).