AMLO y “su viejo gobierno de difuntos y flores”

La frase forma parte de la canción titulada Ojalá, del compositor cubano Silvio Rodríguez, el mismo que en la década de los años ochenta en conciertos multitudinarios, con su voz y su guitarra, defendía las libertades de los pueblos latinoamericanos oprimidos por las dictaduras apoyadas por el imperio yanqui, y hasta apenas hace algunos años, tímidamente, comenzó a protestar por los abusos que el régimen cubano (también dictatorial) comete en contra del pueblo isleño. Como se sabe, Silvio Rodríguez fue uno de los personajes que estuvo presente en Chiapas, en el lujoso rancho de Andrés Manuel López Obrador, acompañándolo horas antes de que tomara posesión como presidente de México.

Lo que no sabía Silvio es que un par de años después Andrés Manuel López Obrador se estaría convirtiendo en uno de esos sátrapas que tanto ha detestado y señalado en sus canciones.

Así, con un falso discurso de izquierda, López Obrador asumió la presidencia solo para confirmar que no tiene nada que ver con los planteamientos del socialismo practicados, por ejemplo, por los estadistas Salvador Allende y José Mujica, chileno y uruguayo respectivamente, ni mucho menos con la visión progresista del General Lázaro Cárdenas del Río, quien desde el primer minuto en que tomó posesión como presidente de México, en diciembre de 1934, se dedicó a crear las instituciones que fortalecerían al Estado mexicano, mismas que hoy de manera burda están siendo destruidas por el mandatario tabasqueño y sus huestes fanáticas.

Con más de 60 mil homicidios dolosos, la administración de López Obrador supera en mucho al sexenio del sanguinario ex presidente Felipe Calderón Hinojosa, sin que se vea ninguna acción efectiva por parte del gobierno lopezobradorista para frenar las matanzas que cotidianamente cometen las bandas del crimen organizado a lo largo y ancho del país.

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Sin precedente en la historia de México los ataques del mandatario Andrés Manuel López Obrador en contra de periodistas y medios de comunicación que exhiben los actos de corrupción cometidos por él, por sus familiares y por sus colaboradores cercanos.

A lo anterior se suman las más de 70 mil muertes registradas por Covid19, debido, definitivamente, a la negligencia criminal de las autoridades de salud que minimizaron desde principios de año los graves efectos que tendría esta pandemia.

Hoy, los más de 130 mil muertos por violencia y por Covid19 no le pesan al pusilánime titular del Ejecutivo federal, al que casi todos los días le restriegan en su cara alguna corruptela cometida por sus familiares o por sus colaboradores más cercanos, sin que este haga absolutamente nada para que se les aplique la ley y se les castigue conforme a derecho. Por el contrario, el presidente utiliza el primer micrófono de la nación, ahí en su circo mañanero, para defender a sus parientes corruptos y denostar a los medios de comunicación y periodistas que osan exhibirlos. ¿Qué clase de presidente tenemos?

Los ataques viscerales que López Obrador ha proferido en contra de comunicadores como el comediante Víctor Trujillo y el periodista Carlos Loret de Mola solo denotan que tenemos un presidente débil y peligrosamente vengativo. Igual sucede con el periódico Reforma, al que el habitante del Palacio Nacional tildó de “pasquín inmundo” por publicar los graves actos de corrupción que se han cometido en el municipio de Macuspana, Tabasco, tierra natal del presidente, en donde el Congreso local desapareció los poderes para investigar un saqueo que asciende a más de 200 millones de pesos, y en el que estaría involucrada la síndico Concepción Vázquez, cuñada de López Obrador.

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Más de 60 mil homicidios dolosos y más de 70 mil muertes por Covid19, es el saldo que está dejando hasta el momento el sexenio omiso y negligente de la “Cuarta Transformación”, compuesto por una horda de políticos advenedizos y fanáticos que llegaron al poder por el hartazgo que la ciudadanía tenía de los gobiernos corruptos prianistas.

Mientras esto sucede, Pío López Obrador continúa sin presentarse a declarar ante la Fiscalía General de la República por el video en el que fue exhibido recientemente recibiendo fuertes cantidades de dinero en bolsas de papel en el año 2015, por parte de David León, personero del ex gobernador chiapaneco Manuel Velasco Coello, dinero que sirvió para apuntalar al partido Morena rumbo a la campaña electoral de 2018.

Ahora, el conflicto de la presa “La Boquilla”, en Chihuahua, que ha dejado un saldo de dos campesinos asesinados: Jesica Silva y Ricardo Torres, que fueron ejecutados por la Guardia Nacional lopezobradorista después de que participaron en la toma de dicha presa, solo retrata a un mandatario delincuencial y carente de operatividad política, que es capaz de pasar por encima de todo y de todos para lograr sus objetivos aviesos. Si estos homicidios alevosos sucedieron porque los agricultores chihuahuenses se oponen a que más cantidad de agua de la establecida en tratados internacionales sea entregada a los Estados Unidos, ¿qué sucederá cuando la caprichosa construcción del Tren Maya (proyecto oligárquico lopezobradorista) tenga que atravesar esas grandes extensiones de tierras de las comunidades indígenas que se oponen a esta anunciada devastación ecológica?

A estas alturas del sexenio, apenas a dos años de iniciado, ya son muchos los conflictos que carga a cuestas el ignorante y terco presidente tabasqueño, conflictos que de no ser por la pandemia ya habrían provocado manifestaciones masivas para exigir su renuncia e inmediato enjuiciamiento. Los cientos de niños enfermos de cáncer que han fallecido por falta de medicamentos; las mujeres que han sido asesinadas, violadas y hostigadas sexualmente debido a la desaparición de refugios y de instituciones especializadas en combatir la violencia de género y la total ausencia de procuración de justicia en estos delitos; el centenar de médicos, enfermeras y trabajadores de la salud que han fallecido por no contar con los equipos necesarios para atender la mortal pandemia del Covid19; el recorte criminal a los presupuestos de salud, educación y cultura; el 75% de contratos otorgados por el gobierno federal a través de adjudicaciones directas; la complacencia evidente y connivencia con el crimen organizado y la estafa social de someter a encuestas y recolección de firmas la obligatoria aplicación de la ley a los ex presidentes que hayan cometido delitos en contra de nuestra nación, son solo algunos de los motivos por los que en un verdadero Estado de Derecho cualquier presidente de la República ya hubiera sido retirado de su cargo, procesado y encarcelado.

¿Qué nos espera a los mexicanos en los siguientes dos años que son cruciales para nuestro futuro? Sin duda alguna deberemos reflexionar más de una vez a quiénes les vamos a dar nuestros votos, pues independientemente de que pertenezcan a un partido u otro, la mayoría de nuestros políticos solo atienden a sus pequeñas o grandes mafias y a sus intereses muy personales. Quizá ya es hora de que la política deje de estar en manos de los políticos y seamos los ciudadanos los que nos encarguemos de solucionar los problemas que nos aquejan. De esta manera no tendríamos que padecer ni soportar a ningún “viejo gobierno de difuntos y flores” ni a ningún presidente enloquecido por el poder.