Protestas en CNDH, “la historia de décadas de no acceder a la justicia”: Amnistía Internacional
Gloria Leticia Díaz.
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Desde la mirada de Amnistía Internacional, las movilizaciones de mujeres, expresadas desde hace mes y medio en distintas partes del país, que estallaron con la toma de las instalaciones de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) en el centro de la Ciudad de México, son una muestra del “hartazgo” de décadas de impunidad en torno a la violencia feminicida.
Así lo evalúa en entrevista Tania Reneaum, directora de la oficina en México de Amnistía Internacional, quien después de ver las imágenes del incendio de las oficinas de la Comisión Estatal de Derechos Humanos del Estado de México, en Ecatepec, puntualiza:
“Lo que vemos es una fotografía instantánea, pero si vemos el álbum de fotos completo, es la historia de décadas de no acceso a la justicia. Si en este país tú eres una mujer pobre, sin poder político, sin poder económico y sin poder social, tu caso nunca va a tener importancia ni relevancia para la autoridad”.
Declarada feminista, la directora de Amnistía Internacional destaca la represión contra mujeres que se han manifestado en apoyo a compañeras en los estados de Guanajuato, Sinaloa, Chihuahua y ahora en el Estado de México, entidades en las que se registraron excesos del uso de la fuerza, abuso de autoridad e incluso violencia sexual, resultando preocupante la situación de Ecatepec, donde los agentes aprehensores no se podían identificar.
“La policía tiene un patrón de actuación con las mujeres que intenta disciplinar, pues intenta recordarles todo el tiempo que la protesta no es para ellas y que la calle tampoco. Es un régimen disciplinario que no se puede sustentar y que ningún régimen ni persona que ostente el poder político puede acompañar ni tolerar”, sostiene la defensora.
Sobre las respuestas del presidente Andrés Manuel López Obrador y la presidenta de la CNDH, Rosario Piedra Ibarra, de descalificar la toma de las oficinas de Cuba 60, Tania Reneaum considera que lo que guía a esas protestas no es un asunto personal, sino “el cúmulo de años de no acceder a la justicia, es el hartazgo”.
Agrega: “falta altura para entender que esto no es un movimiento en contra de un presidente o en contra de una presidenta de la CNDH, que la violencia contra las mujeres es un tema de Estado que tiene que estar en la agenda del país, que tiene que responder a una emergencia feminicida”.
El por qué del estallido del movimiento feminista durante la actual administración y no en las anteriores, dice, tiene que ver con que, pese a que en un principio el presidente López Obrador reconoció la “grave crisis de derechos humanos”, en su segundo informe de gobierno “viene a decirnos que aquí no se violan derechos humanos, que aquí no se tortura y no se desaparece; luego, desde el micrófono simbólico más importante de este país, ha llegado a decir que no es verdad que hay llamadas telefónicas al 911 (por violencia familiar), que son falsas, generaliza y ridiculiza a las víctimas”.
A esa situación se suma “una CNDH inactiva, que apenas ha dicho algo” sobre las crisis sanitaria, feminicida y de reducción de derechos de personas que se manifiestan y son reprimidas. “Entonces, enojarte con la CNDH es un deber ciudadano”.
Tras destacar que el pasado viernes 11 de septiembre estuvo en las instalaciones de Cuba 60, la directora para México de Amnistía Internacional resalta que es esperanzador ver a mujeres que llegaron de otros estados a sumarse a la movilización, “y ponen el cuerpo en primer plano por otras mujeres cuyas causas no han sido resueltas: ni los casos de feminicidio, ni los casos de abuso sexual, ni los casos de desapariciones de mujeres”.
Lo que se vive en las instalaciones de la CNDH, convertidas en refugio para mujeres, y a donde este viernes llegaron varias más de distintos estados de la República, “son actos de sororidad y actos de responsabilidad colectiva”, que son el resultado de “un movimiento ciudadano que desde hace dos o tres años está, y que ya no se va a detener”, puntualiza.
Emocionada por la experiencia de ver a mujeres solidarizándose incluso con quienes no son parte de su movimiento, con mujeres que se acercan a pedir apoyo, como víveres o cobijas, la directora de Amnistía Internacional remarca:
“Los colectivos de mujeres se han unido, es un ejercicio ciudadano desde el movimiento de mujeres que viene a cuestionar todo lo que el Estado nos ha venido diciendo –que tenemos un protocolo para investigar los feminicidios, ya aceptamos la sentencia del Campo Algodonero, tenemos una fiscalía especializada, tenemos presupuestos etiquetados–, pero esos pequeños pasos que ha dado el Estado no sólo han sido insuficientes sino que no le han dado cobijo ni reparación a las víctimas”.
(proceso.com.mx).