2020, el año de la pandemia

La pandemia del coronavirus fue mayor que la sociedad, tanto que un día despertó y, a querer o no, se dio cuenta que lo construido debía redefinirse. Se imponía reencausarlo. Era urgente cambiar las reglas. Lo normal lo habíamos confundido con la normalización de lo que en realidad no debía suceder. Vivíamos en un constructo social que al paso de los años se transformaba en la crónica de un desastre anunciado.

Aunque no existe el mejor momento para que las pandemias aparezcan, cuando el covid19 irrumpió entre nosotros no estábamos preparados, y no lo estábamos porque nunca pensamos que ocurriría algo como lo vivido este año.

La pandemia fue mayor que el gobierno de la Cuarta Transformación, que se vio superado y arrinconado por su reducida capacidad económica, técnica, médica y política, pero también por la falta de conciencia de una gran parte de la población, negada en casi todo momento a colaborar para debilitar la cadena de contagio con la adecuada sana distancia y la suficiente reducción de actividades no sustantivas.

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El presidente López Obrador y el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell Ramírez, tienen el récord nada honroso de más de 130 mil muertos por COVID19 (quinto lugar a nivel mundial) y el primer lugar en el planeta en cuanto a número de decesos de personal médico, con más de mil setecientos fallecidos.

La pandemia fue mayor a la lógica del mercado que una mañana se miró sacudido y obligado a cambiar algunas reglas para sobrevivir y continuar las prácticas de expoliación de la sociedad, bajo la mentira del bien común donde siempre se terminan socializando las pérdidas y privatizando las ganancias.

La pandemia fue mayor a todas las actividades económicas. Sin importar su naturaleza, todas ellas sufrieron una transformación para buscar sobrevivir y reducir lo más posible el impacto negativo del desempleo y el cierre de negocios en todo el país. Pocos lo lograron, miles bajaron sus cortinas y vieron cerrarse sus fuentes de empleo.

La pandemia fue mayor que los programas sociales al empequeñecer sus posibilidades de impacto positivo en millones de mexicanos que reciben apoyos gubernamentales de diversa índole, y aún a pesar de ello muchas familias sobrevivieron este año asiéndose a los apoyos gubernamentales en dinero y especie.

La pandemia fue mayor a todas las estrategias educativas puestas en marcha hasta este momento. Superó la capacidad instalada de las escuelas sin importar el tamaño o el nivel educativo. Poco importó que fueran públicas o privadas. Todas fueron obligadas a transformar la manera de enseñar: maestros, alumnos y personal administrativo dejaron de asistir a las escuelas; tareas, exámenes, trabajos y todas las actividades educativas migraron a plataformas electrónicas o digitales para dejar la convivencia cotidiana guardada en el cajón.

La pandemia fue mayor que las familias que recibieron el impacto en su contexto de profunda pobreza y precariedad, sin los elementos mínimos necesarios para enfrentar la crisis sanitaria, social y económica que vendría.

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Infografía publicada por la Secretaría de Salud de la República en marzo de 2020.

La pandemia fue mayor que los partidos políticos que en todo momento miraron una ventana de oportunidad electoral en la crisis de salud, mostrando en la lógica de sus propios intereses su mezquindad frente al dolor y la urgencia de los ciudadanos.

La pandemia fue mayor a las pugnas políticas entre el gobierno de Andrés Manuel López Obrador y la oposición variopinta, quienes durante meses han convertido el escenario de la pandemia en un tinglado electoral alejado de las necesidades de la población.

Frente al impacto de la pandemia fue necesario reinventar las formas y los métodos para salir adelante. Han sido diez meses que hemos estado bajo la metralla de la incertidumbre y el contagio permanente que ha causado la muerte de más de ciento treinta mil personas en nuestro país.

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Los números rojos del lopezobradorismo y su ausencia de verdaderos programas económicos y sociales: En 2020 se sumaron 11 millones de personas a la pobreza laboral y el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) estima que la pandemia dejará a 10 millones más en pobreza extrema.

Fue necesario reconfigurar la economía, las prácticas del mercado, las relaciones laborales, las actividades recreativas, las dinámicas familiares y las relaciones vecinales y de amistad; nos vimos obligados a mirar dinámicas que pensábamos inexistentes o que insistimos en negar, como la violencia intrafamiliar y los altísimos niveles de explotación laboral.

En un tiempo récord fue desarrollada la vacuna contra el covid19 en un esfuerzo conjunto de gobiernos y farmacéuticas. Ya es 2021 y ha comenzado el largo y complejo proceso de vacunación que llevará a la humanidad a realizar una labor de inmunización sin precedentes en miles de millones de personas en menos de tres años, una hazaña jamás lograda en la historia de nuestro planeta.

Llegó la pandemia del coronavirus y solo tuvimos dos opciones: continuar haciendo lo mismo y morir, o cambiar muchas cosas para sobrevivir. A pesar de todo, elegimos bien: aquí seguimos.

No todos los cambios fueron adecuados ni mucho menos deben permanecer, sobre todo aquellos que fueron puestos en marcha para controlar y sobre explotar a la mano de obra. Si bien diversas aplicaciones digitales como el Zoom o el WhatsApp han jugado un papel fundamental para continuar con las actividades económicas, y probablemente llegaron para quedarse en una multiplicidad de empresas, comercios e industrias, no podemos aceptar que se conviertan en herramientas que permitan una mayor explotación de los trabajadores, ni que los empleadores supongan que los empleados deben estar en un esquema de 24 x 7.

De igual manera, los cambios realizados por el gobierno de la 4T para reconvertir varios hospitales en centros de salud especializados para el covid e invertir suficientes recursos para solventar las históricas carencias del sistema de salud pública no deben ver el fin en los siguientes años; por el contrario, debemos ser conscientes que en tanto se reduzca el presupuesto de salud seremos una sociedad vulnerable frente a cualquier pandemia que nos azote. Sin duda, el amplio presupuesto a salud destinado en tiempos de la pandemia debe continuar para ampliar y fortalecer la red de hospitales públicos en el país.

2020, el año de la pandemia, nos sacudió, cambió y mató a miles de personas. Lo hecho para salir adelante debe servirnos para aprender la lección y darnos cuenta que las estrategias elegidas para andar las veredas de la sociedad y para relacionarnos con la naturaleza, más temprano que tarde nos pasan la factura cuando el caminar se piensa desde la individualidad y no desde la fortaleza de la sociedad.

En 2021 debemos demostrar que aprendimos de qué va todo esto; de lo contrario, 2020 no habrá terminado.