Ramón López Velarde

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Ramón Modesto López Velarde Berumen es el nombre completo de quien es considerado el poeta nacional de nuestro país: Ramón López Velarde. Este extraordinario poeta nació en Jerez de García Salinas, Zacatecas, el 15 de junio de 1888.

En su juventud, López Velarde fue enviado a la Corte por haber robado a sus padres, José Guadalupe López Velarde y Trinidad Berumen Llamas, quienes posteriormente lo enviaron a una escuela de mujeres, hecho que causó mucha molestia al joven Ramón, aunque después de algunos años les estuvo agradecido manifestando que en ese entorno había aprendido a tratar a las mujeres.

En esta época estudiantil, López Velarde conoció a Josefa de los Ríos, pariente lejana y ocho años mayor que él, quien le causó una profunda impresión por su belleza, al grado de inspirarle el primer poema que se le conoce, fechado en 1905: “Fuensanta”.

Ramón López Velarde fue un ferviente activista político que apoyó abiertamente las propuestas de reformas políticas impulsadas por Francisco I. Madero, a quien conoció personalmente en 1910. En 1911 obtiene el título de abogado y es nombrado juez de primera instancia en el pequeño pueblo de San Luis Potosí llamado Venado. Este mismo año deja su cargo y participa en las elecciones como candidato a diputado suplente por su ciudad natal, integrando las listas del Partido Católico. Posteriormente, viaja a la Ciudad de México pensando que Madero, como nuevo presidente de la nación, le daría algún puesto de mayor relevancia, pero no ocurrió así, quizá debido al catolicismo militante que practicaba.

En 1912, Eduardo J. Correa, antiguo protector suyo, lo llamó para colaborar en el diario católico de la Ciudad de México “La Nación”, en donde López Velarde escribió poemas, reseñas y muchos artículos políticos sobre la nueva situación de México. En ellos atacó a Emiliano Zapata, entre otros adversarios de Francisco I. Madero. Sin embargo, López Velarde, ante lo convulsionado del ambiente político, tiene que abandonar la Ciudad de México para trasladarse a San Luis Potosí unos días antes de la Decena Trágica, acaecida el 9 de febrero de 1913, golpe militar con el que el general Victoriano Huerta derrocaría y asesinaría al Apóstol de la Democracia, Francisco I. Madero.

Refugiado en San Luis Potosí, López Velarde comienza a cortejar a María de Nevares, un amor que nunca podría concretar.

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En 1914 regresa a la Ciudad de México y trabaja en su profesión de abogado y luego en las secretarías de Gobernación y Relaciones Exteriores. Después de estas encomiendas imparte la cátedra de literatura en la Escuela Nacional Preparatoria y en la Escuela de Altos Estudios (después Facultad de Filosofía y Letras), y colabora en casi todas las publicaciones de la época.

En 1916 aparece su primer libro de poesías, editado por Revista de Revistas, consagrado “a los espíritus de Gutiérrez Nájera y Othón”. Esta obra se titula “La Sangre devota”, y en ella el título y contenido delatan su nostalgia por la provincia, el fervor de su pureza y la figura de la musa de sus primeros versos de juventud: la mítica “Fuensanta” o Josefa de los Ríos, quien murió en 1917 y fue el amor platónico del joven López Velarde.

En 1919 apareció “Zozobra”, su segunda obra poética, en la que aborda de manera dramática y sincera los problemas del erotismo, la religión y la muerte. En “Zozobra” López Velarde analiza “las flores del pecado”, sembradas durante su relación con Margarita Quijano.

En estas obras se percibe un acendrado catolicismo que tiene como contrapeso la pasión amorosa.

En 1921, al celebrarse el primer centenario de la consumación de la Independencia, López Velarde escribió “Suave patria”, su obra maestra, cuyos versos épicos y líricos son considerados como el poema nacional de México, que lo encumbra como el máximo poeta modernista de la época.

Para el vate zacatecano la patria es perfección, brillo y pureza, y está construida con el esfuerzo de los hombres y la alegría de las mujeres.

En el primer acto de “Suave Patria”, López Velarde nos habla de la importancia de la agricultura, centrada en el maíz, que a su vez da el pan y, por extensión, es el sustento del pueblo. Menciona los recursos mineros y también la belleza del entorno. La patria es una tierra de creencia católica y de productos petrolíferos que la han corrompido. La capital, la urbe, es bullicio, todo lo contrario a los pueblos, que son más tranquilos y donde el tiempo tiene otra cadencia. López Velarde es regional y provincial y, por lo tanto, el más nacional de los poetas mexicanos.

Ramón López Velarde murió el 19 de junio de 1921, poco después de cumplir los treinta y tres años. La causa oficial de su muerte, según el certificado de defunción, fue una bronconeumonía que, de acuerdo a investigadores literarios, se le complicó debido a que también padecía sífilis.

Su prematura desaparición arrebató a las letras mexicanas un creador de enorme fuerza y talento muy personal. Tras su muerte fueron apareciendo sus demás obras, una inédita y otras rescatadas de periódicos y revistas. Así, se editó el tercer volumen de su producción poética que López Velarde dejó preparado antes de fallecer: “El son del corazón”, publicado en 1932, y otros cuatro libros que contienen su obra en prosa: “El minutero”, editado por sus deudos en 1923; “El don de febrero y otras prosas” y “Poesía, cartas y documentos”, publicados en 1952; y “Prosas políticas”, dado a conocer en 1953.

El 15 de junio de 1963 los restos mortales del enorme poeta zacatecano fueron exhumados del Panteón Francés y trasladados a la Rotonda de las Personas Ilustres de la Ciudad de México.