El Covid-19 llegó a Palacio Nacional
La última frontera fue alcanzada por el Covid-19. El presidente Andrés Manuel López Obrador anunció el fin de semana pasado que había contraído la enfermedad. Días antes, supimos que al cardenal arzobispo primado de México, Norberto Rivera Carrera, lo habían hospitalizado desde el 12 de enero debido al contagio; y este lunes pasado nos informó el hijo de Carlos Slim que el empresario, cabeza del Grupo Carso, se encontraba en la misma situación, internado en el hospital de Nutrición en la Ciudad de México.
No es un asunto menor la enfermedad de los tres personajes; desde luego, no significa que sus casos sean más importantes que los del resto de la población, simplemente los roles económicos y políticos que juegan tienen una repercusión mayúscula para la sociedad y el país. De ahí el interés que despierta saber las condiciones de salud en las que se encuentran. Por supuesto, la información que debe fluir con oportunidad y claridad es la referente al mandatario nacional, los casos de Slim y Rivera tienen otra naturaleza.
En el caso de López Obrador, su salud es indudablemente un asunto de interés público para el cual no debe privar la confidencialidad del estado que guarda el mandatario, el desarrollo que va manifestando su enfermedad y las condiciones de su recuperación. A mayor información sobre su estado de salud, menores serán los sobre saltos económicos, financieros y políticos en la República. De la misma manera en que se informaba todas las semanas las actividades que realizaba el presidente y los pormenores de su agenda cotidiana, debemos conocer con certeza cómo va sobrellevando la enfermedad para detener la cascada de especulaciones difundidas en torno a su salud.
No deja de llamar la atención que aún en medio de un asunto de salud, el encono y enfrentamiento de varios sectores de la población contra el gobierno de la 4T y el presidente Andrés Manuel López Obrador derivaron en ataques, burlas y especulaciones sobre la veracidad de su enfermedad, montando toda una campaña en redes contra el mandatario, aduciendo que la enfermedad es un montaje con tintes electorales. El cúmulo de especulaciones y falsas informaciones al respecto, solo consiguen nublar aún más el complejo panorama que vivimos en medio de la pandemia. Por lo tanto, el llamado es a la cordura y a dejar de lado la politiquería que busca obtener provecho en el año electoral.
Quienes ahora critican al presidente y hasta se mofan de su enfermedad ¿cómo hubieran reaccionado si en diciembre pasado, del primer lote de vacunas recibidas en México, se hubiese dispuesto de una para vacunar al presidente?
Desde luego, no es asunto menor, por lo que significa en términos del imaginario colectivo, que el presidente Andrés Manuel López Obrador; el empresario más acaudalado del país, Carlos Slim; y el jefe de la Iglesia Católica en nuestro país, Norberto Rivera Carrera estén contagiados de Covid-19. No queda duda, la última frontera se ha traspasado.
Otra arista importantísima de la pandemia es la estrategia de vacunación. Frente a ella debemos entender que estamos ante una situación irregular, por lo tanto, las acciones de vacunación no son normales, son extraordinarias, lo que trastoca hasta sus cimientos todo el histórico andamiaje de nuestro sistema de vacunación. Debemos entender que el retraso en la entrega de vacunas no es privativo de nuestro país; al contrario, todas las naciones lo están padeciendo, y responde a los procesos de producción que en estos momentos llevan a cabo las farmacéuticas, y junto a ello se deben distribuir y aplicar. Esto explica los retrasos que estamos teniendo en el Plan Nacional de Vacunación. Incluso esta situación la vivieron los gobernadores de la Alianza Federalista cuando intentaron comprar vacunas y obtuvieron una respuesta negativa por parte de los fabricantes, quienes no pudieron atender sus peticiones de compra.
A no dudar, una de las pandemias que debemos combatir cortando su cadena de contagio es la generada por la infodemia. La irresponsabilidad de varios sectores de la sociedad civil y la clase política siguen apostando a esa estrategia para obtener beneficios personales. Una muestra de ello es el golpeteo político de algunos gobernadores y legisladores panistas que utilizando información falsa intentan incidir para que la población no acepte aplicarse la vacuna Sputnik V producida en Rusia, en medio del mayor número de contagios y defunciones desde marzo del año pasado.
En medio de todo ello, entramos de lleno al periodo electoral. Los partidos políticos han emprendido su lucha para pepenar la mayor cantidad de votos que les permita continuar aceitando su maltrecha vida al servicio de la República y mantener los registros de sus institutos. A pesar de la multiplicidad de colores que aparecerán en las boletas, lo que está caracterizando a este año electoral son otras cosas.
Primero, las alianzas sin sustento ideológico ni programático. No podrían ser de otra manera si los partidos políticos han dejado en el camino sus ideologías y muestran una incapacidad para proyectar políticas públicas adecuadas.
Segundo, la baja calidad de los contendientes. Más allá de su origen, provienen de la industria del deporte, la farándula, la comunicación y la política; es clara su falta de visión y estrategia para ayudar en la construcción y democratización del país. Algunos de ellos, de manera expresa, han manifestado no saber “a que vienen, quién los llevó”, pero confían en su “equipo de trabajo” para salir adelante.
Tercero, queda claro la changarrización de la política por parte de quienes se supone son profesionales de esa actividad. Lo más importante en este momento es ganar las elecciones; la manera en la que se gobernará se decidirá una vez sentados en el poder, cargando el costo de la improvisación y desconocimiento a la sociedad.
Cuarto, con esas actitudes todos los partidos políticos están mostrando una falta de respeto a los electores. Pero eso no es lo más lamentable, lo triste y peligroso de esto es que millones de votantes saldrán a sufragar a favor de alguno de los colores que aparecerán en su boleta el próximo 6 de junio.
De salida, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) informó que la economía mexicana registró en el 2020 su mayor contracción desde la crisis de 1932, a causa de los efectos de la pandemia por el Covid-19, al contraerse 8.5 por ciento el Producto Interno Bruto (PIB). Asimismo, nos informa que la balanza comercial en México reportó un saldo a favor de 34 mil 476.4 millones de dólares en 2020.
Sin duda, 2021 será un año más complicado que 2020. Es muy simple de saberlo: el año pasado no lo comenzamos en medio de la pandemia ni con una caída tan estrepitosa en el PIB.