Desayunador Alamedas
“No hay, no hay”, personaje de Héctor Suárez.
En días pasados estuve en unos funerales muy conocidos por el área de Las Alamedas, acompañando a familiares por la pérdida de una gran amiga.
En esta zona, como bien sabes, está el corredor más famoso de Durango, llamado “Constitución”, en el que hay tiendas, bares, exposiciones de artesanías y lugares para comer. Y fue precisamente en el desayunador Alamedas, en Constitución #504 Sur, donde nos metimos a comer, y si en la columna pasada me quedé con una grata impresión del servicio y demás detalles del café de Zapopan, lugar turístico pues, tristemente en este caso y en mi ciudad no fue así.
El lugar no puede tener mejor ubicación y más por como lo mencioné líneas arriba: está dentro del Centro Histórico y en uno de los recorridos más atractivos tanto para quienes vivimos aquí como para la gente que nos visita de otros lugares.
Para comenzar, es un lugar pequeño de dos plantas donde solo la planta de abajo tiene unas cuantas mesas no tan cómodas y ofrecen alimentos cien por ciento hogareños.
Su publicidad de platillos está en cartulinas escritas a mano, en las que puedes leer como platillo nuevo las “enchipotladas” y anuncian que ya cuentan con postre.
Los protocolos de salud solo cuentan con el gel y no tienen ni el tapete ni la pistola para checar la temperatura.
Cuando pides el baño este se encuentra en la planta de arriba que está bastante descuidada y, lo peor, no cuenta con nada para el servicio: ni agua, ni papel ni puerta en el WC; solo cuentan con un sanitario. Al momento de bajar le pregunté a la mesera, que es muy amable, por el faltante de esos artículos y me comentó que sufren escasez de agua; sobre el papel me dijo que ya no dejan ¡¡porque hay personas que se lo llevan!!
Total que después de esa explicación muy negativa de su propio lugar preguntamos por el platillo anunciado y no había, preguntamos por espagueti y no había, no hay refresco de una marca muy conocida y del postre ni hablar porque tampoco hubo.
Cuentan con una pantalla que aunque esté encendida no hay ningún tipo de imagen.
No hay música de fondo y es uno de esos lugares nada confortables en los que “comes y te vas”.
Después de tantas negativas me decidí por un caldo Tlalpeño, que está muy completo en cuanto a los ingredientes que lleva como zanahoria, garbanzo, chile chipotle, arroz y pollo a una temperatura aceptable como para comer en el instante que te lo llevan, aunque el servicio es tardado.
Después ordené una pechuga de pollo empanizada, que tenía el empanizado muy frito y duro, por lo que estaba poco comible y poco agradable al paladar.
Al momento de pedir la cuenta y mencionar que pagaría con tarjeta, nos hicieron esperar ya que la cajera andaba entregando un pedido y nadie sabía hacer el cobro con tarjeta.
Total que si usted cree que por estar en un lugar cien por ciento turístico el sitio es bueno, déjeme decirle (y en esta ocasión no es “acá entre nos”) que independientemente de que sus costos son accesibles, ni el servicio ni las instalaciones son nada recomendables, por lo que le daré un solo tenedor.