Corre al cine y ve Cruella, aquí te digo las razones
César Noragueda
Crítico cinematofágico y articulista un poco protervo. Bibliófilo y racionalista beligerante: cuidadito conmigo, charlatanes.
La película ‘Cruella’, que pronto estará de estreno en cines y en Disney Plus, consigue atrapar al espectador por la fuerza de su aparato visual pese a algunos problemillas de verosimilitud.
Por supuesto, la película Cruella (Craig Gillespie, 2021), de Disney Plus, no se trata exactamente de una de esas nuevas versiones de los clásicos de la famosa factoría animada en acción real, sino de la precuela de lo que podría ser en un futuro.
No debiera incluirse, entonces, en la categoría conceptual de la correcta Alicia en el País de las Maravillas (Tim Burton, 2010), la enérgica El Libro de la Selva (John Favreau, 2016), el despropósito musical de la desangeladísima La bella y la bestia (Bill Condon, 2017), la finalmente consistente El rey león, la pasable Aladdín (Favreau, Guy Ritchie, 2019) o la honrosa Mulán (Niki Caro, 2020). De hecho, considerando que ya había un remake de ese tipo sobre la historia original, disponible en Disney Plus, lo de este nuevo filme debería señalarse como un reinicio o reboot si acaso.
Por qué ‘Cruella’ atrapa al espectador
No es de extrañar, en otro orden de cosas, que la compañía de Mickey Mouse haya confiado en el australiano Craig Gillespie para dirigir Cruella. Tras la comedia pedorra Cuestión de pelotas, la independiente Lars y una chica de verdad (2007), con la que nos fijamos en él, sus seis episodios de United States of Tara (Diablo Cody, 2009-2011) y la reformulación de Noche de miedo (2011) según la película homónima (Tom Holland, 1985), el cineasta ya había trabajado para Disney en El chico del millón de dólares (2014) y La hora decisiva (2016).
Pero no en su obra más valorada por la crítica profesional hasta la fecha, la oscarizada Yo, Tonya (2017). Así que, después de tres proyectos seguidos que se basan en vivencias verídicas, se ha lanzado a por una villana tan icónica como Cruella de Vil.
Su esforzada revisitación del personaje, creado por la escritora inglesa Dodie Smith en su novela 101 dálmatas (1956) y a la que el mundo entero conoció por la adaptación homónima en cine animado (Wolfgang Reitherman, Clyde Geronimi y Hamilton Luske, 1961) de la propia Disney, goza de un indiscutible dinamismo.
Una virtud debida al enérgico aparato visual que luce Cruella, con algún que otro plano secuencia dabuten, y a su potente y estratégico montaje, obra de Tatiana S. Riegel, que ha colaborado con Craig Gillespie en el mismo puesto desde Lars y una chica de verdad. Si gracias a esto no le atrapa a uno incluso desde su ingenuo inicio, debería volver a mirar. Su experiencia cinematográfica, aunque no deja demasiado poso en el espectador, sí se disfruta porque entretiene y pasa volando.
Algunos problemas de verosimilitud
Constituye un obvio acierto que buena parte de la trama gire en torno a la obsesión por la moda y que intervengan perros; y que se desarrollen motivaciones y planes sobre robos remata su vínculo elemental con el relato originario. No obstante, si un gran pero puede ponérsele a Cruella es que no resulta del todo verosímil por la irresuelta cuestión que se le ha achacado siempre a largometrajes como Superman (Richard Donner, 1978).
Ni, en mayor medida, la evolución de Estella hasta su destino, difusa y un tanto arbitraria en el mejor de los casos. Ni tan siquiera parece que se consume aquí pues no hay claridad y definición al respecto, por mucho que los guionistas Dana Fox (Home Before Dark) y Tony McNamara (The Great) se empeñen en procurarle un doble sustento argumental.
Las dos Emmas: un par de actrices carismáticas
La banda sonora de Nicholas Britell (Succession) se muestra discreta pero efectiva. Igual que el elenco de secundarios de Cruella, en el que Joel Fry (Juego de tronos) y Paul Walter Hauser (Richard Jewell) como Jasper y Horace, Emily Beecham (Into the Badlands) en la piel de Catherine, Mark Strong (Sherlock Holmes) y Andrew Leung (Lilting) como John, el ayuda de cámara, y Jeffrey, John McCrea (Tierra de Dios) de Artie y Kirby Howell-Baptiste (Barry) y Kayvan Novak (Lo que hacemos en las sombras) como Roger y Anita Darling acompañan a un par de actrices formidables.
El carisma que desprenden las dos tocayas, Emma Stone (Birdman) y Emma Thompson (Harry Potter y el prisionero de Azkaban), encarnando a Cruella y a la Baronesa parece incuestionable. Sobre todo, el de la intérprete veterana.
No sabemos si el trabajo de la protagonista opacará el de la colosal Glenn Close —aquí, productora ejecutiva— como la misma Cruella de Vil en 101 dálmatas (Stephen Herek, 1996) y su continuación (Kevin Lima, 2000), dos filmes de por sí lamentables sin necesidad de compararlos con el muy decente de Craig Gillespie. Pero los espectadores se podrán formar su propia opinión sobre eso en la plataforma de Disney Plus.
Cruella, protagonizada por Emma Stone, sigue los primeros pasos de una de las villanas más infames y elegantes del cine.
Escala Palomera 5 de 5
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