Barrio Celestino
Es un lugar campirano con paredes de ladrillo que solo tienen de pintura el color blanco conocido como “calado”, por aquello de que es cal con agua, y cuenta con otras paredes pintadas con colores cálidos como son el azul y el rosa.
En este sitio se escucha una música pop en español bastante agradable y, como en la mayoría de los lugares, cuenta con todo el protocolo de salud y su personal porta su careta, cubre bocas y su gel.
Ubicado en pleno centro de la ciudad de Durango, como es la calle Negrete, para mejor ubicación antes de llegar a la calle Laureano Roncal, Barrio Celestino es un establecimiento cómodo donde bien puedes ir solo, acompañado o en grandes grupos.
Cuenta con sanitarios bastante limpios y con todo lo necesario para el servicio.
Por las mismas características del lugar y del concepto de este, su mobiliario es de madera, muy cómodo, y como está al aire libre la estancia en este lugar es muy grata.
Su personal se esmera en la atención, en la calidad, en el servicio y en la rapidez para llevar su platillo a la mesa.
Al ser un desayunador, su carta presenta lo tradicional y típico en desayunos: huevos, frijoles, chilaquiles, enchiladas, jugos y café (aprovecho para decirles que está delicioso y que no dejan que tu taza se quede vacía ya que el personal está atento para servirte cuando lo llevas aproximadamente a la mitad), y lo que más llama la atención es que no necesitas estar buscando al mesero, pues éste al momento de voltear a verlo ya está en tu mesa de inmediato.
Como es mi costumbre, y aunque no soy muy afecto al picante, ordené unos “Chilaquiles habanero tostado”, que son chilaquiles que siempre han sido un exquisito manjar de la gastronomía mexicana. Ya sea fritos, tostados o blandos, con huevo, carne, queso o chorizo, la receta de los chilaquiles es tan basta que nos permite “darle vuelo” a la imaginación y crear nuestra propia versión de ellos.
Estos chilaquiles van acompañados de crema, cilantro, cebolla morada y de guarnición sus clásicos frijoles refritos con queso arriba y unas papitas con chorizo, con algunas rodajas de chile serrano; contrario a lo que puedas pensar por el alto picor de la salsa de chile habanero, déjame decirte que no es así. Al momento del bocado solo se percibe un pequeño y muy agradable sabor a habanero. El que hayan elegido la cebolla morada en vez de la blanca le da un sabor súper diferente. Sus papitas están perfectamente cocidas y no es necesario agregarles sal ya que están en su punto.
Sus molletes están muy sabrosos, que si come poco son muy recomendables para su degustación.
Da gusto acudir a lugares en donde la atención, la calidad en el servicio y sus costos son acordes a lo que uno anda buscando, por lo que daré cuatro tendedores.