Gonzalo Yáñez, la antítesis de Pedro Infante

Fernando Miranda Servín.

Sin lugar a dudas, si alguien se adueñó del concepto de pobreza y le redituó demasiados recursos económicos y le hizo ganar muchos adeptos en su carrera artística fue “El Ídolo de México”, Pedro Infante, quien con el director cinematográfico Ismael Rodríguez Ruelas y el escritor Pedro de Urdimalas en su trilogía “Nosotros los Pobres”, Ustedes los Ricos” y “Pepe El Toro” de alguna manera u otra nos dieron el mensaje subliminal de que los pobres son los “buenos” y los ricos son los “malos” (tanto en los filmes como en la vida misma); esto, por supuesto, en un contexto socio-cultural.

En contraste, en el aspecto político ha habido una enorme pléyade de personajes que han utilizado a los sectores más desprotegidos y vulnerables (los pobres) para llegar al poder y hacer enormes fortunas personales.

Uno de ellos es Alejandro González Yáñez, más conocido en Durango como Gonzalo Yáñez. Este protagonista sui géneris de la política nacional recientemente declaró ante algunos medios de comunicación locales: “En Durango casi todos somos pobres”, haciendo hincapié en que “todo mundo se queja de que el dinero no alcanza, que no hay obra pública y no están satisfechos por los servicios que presta el gobierno. Durango necesita una completa regeneración y un cambio verdadero, no uno simulado; le urge a los duranguenses que se les hable con la verdad, que su dinero, sus impuestos, se manejen con honradez y con transparencia, y que los recursos públicos se conviertan en obras y servicios de calidad”.

El fin justifica los medios y el “izquierdista” Gonzalo Yáñez lo mismo ha hecho alianzas con el PAN y con Morena, lo importante para este político es obtener beneficios personales. Ahora quiere ser nuevamente alcalde de Durango.

Sí, esto dijo el otrora joven nacido en la Ciudad de México el 9 de septiembre de 1956 y que llegó a Durango en 1977. Al respecto, una lideresa social que lo conoció a la perfección, Olga Margarita Carrillo Salazar, más conocida como Mague Carrillo, comentó en mayo de 2018 en entrevista exclusiva para razacero: 

“En 1976 invadimos los terrenos de lo que ahora es la colonia Lucio Cabañas, éramos una comunidad, muy solidarios entre nosotros al grado de que teníamos una cocina colectiva; nos apoyábamos unos a otros.

“Ahí llegó Gonzalo en 1977, era un joven flacucho, veinteañero, venía huyendo de su padre que lo maltrataba. Ahí le enseñaron a usar el pico y la pala para cavar zanjas. Le dimos un jacal en donde tenía como lavadero las piedras de unos cimientos. La gente de ahí lo procuramos, le dimos ropa, una cama y una silla. Llegó casi desnudo, con una camisa deshilachada, un pantalón descocido y sus tenis rotos, con unas ‘curitas’ que les ponía para tapar los hoyos; siempre traía los tenis rotos por el tamaño tan grande de sus pies. No traía calzones… cuando cavaba las zanjas y se le bajaban los pantalones nos dábamos cuenta que no traía calzones. Las únicas prendas con las que llegó a la Lucio Cabañas eran esas: una camisa raída, un pantalón viejo y unos tenis rotos.

“En ese tiempo Gonzalo Yáñez era un joven normal, sociable y servicial, era tratable, pero con el paso de los años el poder y el dinero lo transformaron por completo”.

Y vaya que el poder y el dinero transformaron a este político, pues como se sabe, de líder social saltó a fundador y cacique del Partido del Trabajo en esta entidad norteña, posición que le abrió el camino a la alcaldía de Durango en el trienio 1992-1995 y a ser candidato y ocupar diputaciones locales, federales y senadurías cuantas veces ha querido.

Así las cosas, como representante popular jamás se le escuchó ni se le ha escuchado a Gonzalo Yáñez alguna declaración fuerte sobre los evidentes actos de corrupción que han cometido los últimos tres gobernadores de Durango: Ismael Hernández Deras, Jorge Herrera Caldera y José Aispuro Torres, ni mucho menos emprender acciones legales contra alguno de estos, que indudablemente han sido los principales causantes de la enorme pobreza que padecen los duranguenses; por el contrario, Gonzalo Yáñez en algún momento llegó a comentar ante los medios que Ismael Hernández Deras “ha sido el mejor gobernador que ha tenido Durango”, (no el menos peor).

Con un récord impresionante de derrotas al hilo en los incontables procesos electorales duranguenses en los que ha participado, Gonzalo Yáñez se ganó la fama de negociar sus campañas con sus adversarios, pero ni esos supuestos ingresos ni los salarios que ha obtenido en la alcaldía de Durango y las diputaciones locales, federales y senadurías que ha ocupado le dan para justificar la compra de la enorme extensión de más de 30 mil metros cuadrados con su gigantesca edificación que tiene en las afueras de la ciudad de Durango, a la altura del kilómetro 8 de la carretera a Parral, cuyo costo es de más de 3 millones de dólares.

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La fastuosa propiedad de Gonzalo Yáñez, construida en una extensión de más de 30 mil metros cuadrados.
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Otra vista de la enorme finca que tiene un costo de más de 3 millones de dólares y está ubicada en el kilómetro 8 de la carretera Durango-Parral.

“En Durango casi todos somos pobres”, dijo Gonzalo Yáñez, y es cierto: en Durango casi todos somos pobres, menos Gonzalo Yáñez, la antítesis de Pedro Infante que ha utilizado a la pobreza y a los pobres para enriquecerse brutalmente con conocimiento de causa y, por lo que se ve, sin ningún remordimiento.