Gonzalo Yáñez, una estafa electoral de 33 años

Fernando Miranda Servín.

La explicación del por qué el político “izquierdista” Alejandro González Yáñez o Gonzalo Yáñez pudo construir un enorme palacete de más de 3 millones de dólares se encuentra en su currículum. Revisando su historial podemos darnos cuenta que desde 1989 casi de manera ininterrumpida ha venido ocupando cargos de elección popular, lo mismo como diputado local y federal que como alcalde de Durango y senador de la República. Así, en 12 ocasiones por lo menos ha sido candidato del Partido del Trabajo, de cuya franquicia en Durango ha sido propietario desde hace más de tres décadas.

Sin embargo, como representante del pueblo duranguense a Gonzalo Yáñez jamás se le ha escuchado en el Congreso de esta entidad o en las tribunas de la Cámara de Diputados y la Cámara de Senadores pronunciar alguna crítica enérgica o realizar una denuncia por los actos de corrupción y abusos de poder que han cometido, por igual, los mandatarios estatales que ha tenido Durango durante estos años.

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Gonzalo Yáñez, candidato de la alianza Morena-PT-RSP, con su suplente, el impresentable dirigente estatal del partido Redes Sociales Progresistas. Solo una ciudadanía irresponsable votaría por esta propuesta electoral.

El silencio de Gonzalo Yáñez es inversamente proporcional al costo de su gigantesca mansión del kilómetro 9 de la carretera a Parral y evidencia la cercanía y relaciones más que cordiales que ha tenido con las altas cúpulas del poder en Durango, al grado de llegar a exigirle a algunos ex gobernadores que intervinieran para callar a los periodistas incómodos que se atrevían a criticarlo.

Gonzalo Yáñez, sin duda alguna, es el mejor ejemplo del político de “izquierda” cooptado y domesticado por gobiernos de derecha, pues sus discursos electoreros encendidos contrastan enormemente con las posturas sumisas e intrascendentes que adquiere cuando logra su objetivo de conseguir alguna curul o escaño, basta con recordar su absurda iniciativa para cambiar a la posición vertical el escudo de la bandera nacional. Y con este papel de “opositor combativo” muy bien ensayado este protagonista logró salir de su pobreza económica, pues como en su momento nos lo relató la lideresa social Mague Carrillo, “Gonzalo Yáñez llegó sin calzones a Durango”, allá por el año de 1977.

Quizá el único logro que ha tenido este político ha sido el de enriquecer ilícitamente a un grupo muy reducido de colaboradores dentro de su partido, el PT, colaboradores que con el paso de los años lo han abandonado y lo han definido como una persona desequilibrada, déspota y prepotente.

Hoy, Gonzalo Yáñez quiere ser nuevamente alcalde de Durango, cargo que ocupó en el año 1992 bajo el patrocinio directo del expresidente priista Carlos Salinas de Gortari, y desde el inicio de su campaña ya se puede pronosticar su derrota simplemente porque su suplente es el impresentable político duranguense, Hugo Rosales Badillo, ahora dirigente estatal del partido propiedad de la tristemente célebre Elba Esther Gordillo, Redes Sociales Progresistas. Hugo Rosales Badillo fue secretario General de Gobierno en el sexenio del priista Jorge Herrera Caldera, en la época más negra y sanguinaria de la historia contemporánea de Durango. Por supuesto, solo un electorado muy temerario e irresponsable se atrevería a votar por esta propuesta.

Este proceso electoral, si acaso tiene algo de alentador será precisamente que la ciudadanía tendrá la oportunidad de mandar a su palacete de la carretera a Parral a Gonzalo Yáñez y a su pequeño clan delictivo, poniéndole fin a 33 años de estafas, a 33 años de estar representando el mismo pésimo acto teatral que ya no convence a nadie.