El asesinato de Madelaine y la negligencia del DIF Durango | Las amenazas del comandante Porras | ¿Y la CEDH? | El debate
- El asesinato de Madelaine y la negligencia del DIF Durango.
- Las amenazas del comandante Porras.
- ¿Y la CEDH?
- El debate.
Nuevamente el DIF de Marisol Rosso volvió a ser noticia nacional por sus pésimas actuaciones, pero en esta ocasión la negligencia con la que se conducen los funcionarios de esta institución costó la vida de la niña Madelaine Martínez.
Como se sabe, Madelaine falleció el pasado 31 de marzo víctima de una salvaje golpiza que le dio su padrastro, Osvaldo “N”, novio de su mamá Sarahí.
Luego de esta tragedia, la abuela materna de Madelaine, Teresa Olivas, ha manifestado públicamente que desde por lo menos un mes antes del asesinato de su nieta acudió al DIF de Durango con su hijo, tío de Madelaine, a presentar una queja, “pero no nos creyeron”.
Ahora también, después del abominable crimen, el tío de Madelaine, Samuel Martínez, ha revelado que él y su familia fueron amenazados “por el comandante Porras, de la Fiscalía General de Durango”, cuya titular es Sonia Yadira de la Garza.
El comandante Porras, de acuerdo al testimonio del tío de Madelaine, obligó a Sarahí a firmar un papel en blanco en el que posteriormente asentó que Sarahí no se encontraba en su trabajo sino de vacaciones, siendo que Sarahí se encontraba laborando como dependiente de una farmacia Guadalajara en el momento en que le avisaron que su hija Madelaine había sido llevada al hospital Materno Infantil, en estado de gravedad. Hoy Sarahí está presa, al igual que su desalmado novio Osvaldo, y ambos han sido sentenciados a 44 años de prisión.
El tío de Madelaine también manifiesta haber sido amenazado de muerte por el comandante Porras.
Así las cosas, Sarahí, la madre de Madelaine, pudo no haber intervenido directamente en el homicidio de su pequeña hija Madelaine, y es obvio que el comandante Porras forzosamente debe ser investigado.
Y a todo esto, una institución que ha brillado por su ausencia es la “comisión estatal de derechos humanos” (así con minúsculas) del estado de Durango, presidida por Karla Obregón, que hasta el momento de escribir estas líneas no ha emitido ningún comunicado anunciando su apoyo legal a la familia de Madelaine (su abuela materna y su tío) por los actos de negligencia que sufrieron por parte de los funcionarios del DIF de Marisol Rosso, que se negaron a atender su queja de manera oportuna, y por las amenazas de muerte de las que han sido objeto por parte del mencionado comandante Porras.
No es la primera vez que esta “comisión de derechos humanos” (así con minúsculas) se invisibiliza en asuntos en los que se señala a dependencias y servidores públicos estatales por cometer acciones u omisiones graves en el desempeño de sus funciones. Ya lo ha hecho con los 38 homicidios por meningitis que hasta la fecha permanecen impunes. Ya lo hizo en el feminicidio de Lupita Rojas y lo está haciendo guardando silencio cómplice y protegiendo al gobierno estatal de Durango, al Congreso local y al Poder Judicial de esta entidad que han sido omisos en activar la Alerta de Violencia de Género, decretada por la secretaría de Gobernación el 5 de noviembre de 2018 en 16 municipios de Durango que presentan altos índices de violencia feminicida.
Tampoco se sabe qué ha hecho esta “comisión estatal de derechos humanos” con las quejas que han presentado trabajadoras de la secretaría de la Contraloría en contra de algunos directivos por acoso laboral y hostigamiento sexual.
Si hay una institución en Durango encubridora y facilitadora de violaciones a los derechos humanos es precisamente la “comisión estatal de derechos humanos”, presidida por Karla Obregón, a quien el Congreso ya debió haber destituido por el reprobable papel que ha realizado.
Y el debate presidencial entre Claudia Sheinbaum, Xóchitl Gálvez y Jorge Álvarez no fue muy diferente a los debates que hemos presenciado durante los últimos seis sexenios. Entre las “brillantes” propuestas para tener un país fantástico no faltaron los ganchos al hígado que se propinaron entre sí los candidatos. Por desgracia para el electorado, no hubo nada relevante, novedoso ni trascendental. Lo cierto es que si desde aquél primer debate que hubo en 1988 quienes llegaron a la presidencia hubieran hecho lo que dijeron que iban a hacer, México sería mucho mejor que Dinamarca y sus alrededores.
Y hasta aquí nuestra Tarde de perros con instituciones enemigas de la ciudadanía; “comisiones estatales de derechos humanos” solapadoras de latrocinios y candidatos presidenciales vendedores de sueños guajiros.