La actividad cerebral en los últimos minutos: ¿qué sucede cuando morimos?
Jimo Borjigin
En sus últimos minutos de vida, el cerebro de algunas personas genera una oleada de actividad eléctrica sorprendentemente organizada que podría reflejar la conciencia, aunque los científicos aún no pueden confirmar en forma detallada cómo se produce este mecanismo.
Esta investigación realizada por el equipo de la Universidad de Michigan, EEUU, que fue publicada en la revista Proceeding of the National Academy of Sciences (PNAS), advierte este aumento de la actividad cerebral que, a veces, puede ocurrir después de que la respiración de una persona se detiene, pero antes de que el cerebro deje de funcionar.
El patrón de actividad es algo similar a lo que se ve cuando las personas están despiertas o en estados de ensueño, lo que lleva a la especulación de que tal vez estas descargas eléctricas reflejen las experiencias reportadas por personas que han estado cerca de la muerte: una sensación de mirar el cuerpo desde fuera; un túnel y luz blanca; o una sensación de revivir recuerdos importantes.
Sin embargo, dado que todos los pacientes estudiados en este nuevo estudio finalmente fallecieron, es imposible saber si tuvieron tales experiencias. Si se habla del proceso de morir, es muy poco lo que sabemos. Es raro que los pacientes tengan sus cerebros monitoreados continuamente mientras mueren. Este es quizás el primer estudio que realmente muestra segundo a segundo cómo muere el cerebro.
Algunas personas que están al borde de la muerte informan haber visto u oído cosas inexplicables durante la reanimación o cuando parecen estar inconscientes. Se desconoce el motivo de estas experiencias, y no está claro si son específicas de la muerte.
Datos previos sugieren que solo alrededor de la mitad de lo que la gente llama “experiencias cercanas a la muerte” en realidad ocurren en situaciones que amenazan la vida. La otra mitad ocurre durante la meditación o en situaciones que no ponen en peligro la salud ni afectan el metabolismo del cerebro.
La cuestión es que, a partir de la experiencia en sí, no se puede decir si alguien ha tenido un paro cardíaco o un síncope o un accidente de tránsito. Debido a que las personas que sobreviven para informar una experiencia de este tipo son intrínsecamente diferentes de las que mueren (sus cerebros no pierden la función de forma permanente), es difícil determinar si aquellos que realmente mueren también tienen estas experiencias subjetivas.
En 2013, este equipo de científicos midió la actividad eléctrica en el cerebro de ratas que se sacrificaron a través de un paro cardíaco. Se descubrió que durante unos 30 segundos después de que el corazón se detuvo, el cerebro mostró un aumento de lo que se conoce como ondas gamma, que son las oscilaciones eléctricas de mayor frecuencia en el cerebro.
Las ondas gamma están correlacionadas con la experiencia consciente, pero no prueban necesariamente que alguien esté consciente; son solo uno de los muchos indicadores de que alguien podría estar consciente y alerta. En 2022, otro grupo de médicos, que estaba monitoreando el cerebro de un hombre de 87 años con un electroencefalograma (EEG), detectó actividad eléctrica en la superficie del cerebro, cuando el hombre murió inesperadamente. Al igual que las ratas que habían sido estudiadas, el cerebro del hombre mostró un aumento en la actividad gamma en los 30 segundos antes y después de que su corazón se detuviera.
En este nuevo estudio se realizó un esfuerzo para usar EEG para capturar cómo se ve el cerebro durante la muerte. Se obtuvo un permiso para monitorear a los pacientes moribundos en cuidados intensivos, a quienes se les había quitado el soporte respiratorio después de que el tratamiento resultara infructuoso.
El estudio incluyó a cuatro pacientes en total, los cuales estaban en coma después de un paro cardíaco. En los 30 segundos a dos minutos después de que se retiraron los ventiladores, dos de los cuatro cerebros mostraron aumentos repentinos de ondas gamma.
Curiosamente, esta actividad parecía organizada, ya que las ondas en una parte del cerebro estaban asociadas con patrones de actividad predecibles en otras regiones. La unión temporoparietal, una región del cerebro donde se unen los lóbulos temporal y parietal, hacia la parte posterior del cerebro detrás de la oreja, estaba particularmente activa con las ondas gamma. Se sabe que esta región se activa cuando las personas tienen experiencias extracorpóreas o sueños.
Los nuevos hallazgos hacen eco de lo visto en el paciente de 87 años que murió inesperadamente. Quien fuera coautor del estudio de 2022, Ajmal Zemmar, neurocirujano de la Universidad de Louisville Health, afirmó: “Cuantos más hallazgos consistentes tengamos, más evidencia hay de que es probable que este sea un mecanismo que ocurre en el momento de la muerte y si podemos identificarlo en un solo lugar, aún mejor”.
Algunas personas pueden experimentar algo así como experiencias cercanas a la muerte en estos momentos, pero es posible que nunca lo sepamos con certeza. Y nuevamente, estas experiencias pueden no ser exclusivas de la muerte: una explicación más probable para situaciones que no amenazan la vida, puede ser la intrusión del sueño REM en la vigilia, un situación en la que el cerebro combina los estados de vigilia y sueño.
El sueño REM está marcado por patrones de sueño y actividad cerebral que son muy similares a los de la vigilia, incluidas las ondas gamma y otras ondas de baja frecuencia. El equipo de Borjigin todavía está recopilando datos sobre el final de la vida, con la esperanza de aumentar la evidencia de que el cerebro moribundo puede generar patrones predecibles de ondas gamma. Otros grupos de investigación ya han intentado usar inteligencia artificial para identificar objetos que las personas vieron en sus sueños.
En función de su actividad cerebral, una lectura mental similar puede ser posible con pacientes inconscientes y moribundos. Esto abre una oportunidad en algún momento, si se recopilan suficientes datos, para poder decodificar lo que piensan las personas en diferentes estados de coma, por ejemplo.
De la presente investigación también fueron parte: Gang Xu, Temenuzhka Mihaylova, Duan Li. Peter M. Farrehi, Jack M. Parent, George A. Mashour y Michael M. Wang.
* Jimo Borjigin, líder del trabajo y profesora asociada de Fisiología Molecular e Integrativa y de Neurología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Michigan, en Estados Unidos
(infobae)