La mordida
En este país todos conocemos lo que significa la “mordida”, sabemos que en cualquier momento y ante cualquier trámite, para darle celeridad o para concretar el permiso, contrato o negociación, todo se arregla por medio de la “mordida”. Así que, desde el presidente hasta el colaborador más modesto, saben que hay que cobrar las “mordidas”, y para que no se sufran penas ni consecuencias hay que repartir y compartir de abajo hacia arriba.
Cuando se trata de contratos o permisos que valen millones de dólares, ahora los funcionarios y políticos nacionales buscan inversionistas extranjeros porque saben que estos no tienen la fuerza moral ni las relaciones para denunciar cualquier irregularidad o falta de compromiso o validez en esos contratos cuando ya han pagado las “mordidas”. En muchos casos, entrar a este sistema está penado en sus países de origen y prefieren quedarse callados, “aguantando vara”, que denunciar la extorsión y la chinga que les colocan los “coyotes”, políticos y funcionarios; y bueno, como hemos visto con el asunto de Oceanografía,
ahora también le entran a este sistema de las “mordidas” hasta los funcionarios de los bancos, porque saben que es la manera de concretar los asuntos, sean legales o no. Y los recursos fluyen de abajo hacia arriba, y es por esa razón que, cuando se quieren hacer esas transas y negocios, se busca preferentemente a los amigos e incondicionales del jefe de jefes o a los familiares, y así hemos visto cómo los familiares de doña Margarita, en el sexenio de Felipe Calderón, se fueron enriqueciendo y gozaron de impunidad, no importando que en sus negocios y truculencias hayan perdido la vida niños a los que no se les ha hecho justicia. El poder brinda impunidad y riquezas, y es por esa razón que todos quieren estar cerca del que manda para poder mamar del presupuesto o de los negocios nacionales…
Los funcionarios de mayor nivel escogen o seleccionan a los incondicionales del mero mero o a los familiares que saben abrirán las puertas del Palacio y hablarán bien de ellos, y este mecanismo sirve para que las corruptelas pavimenten las calles y salas del poder. Así, se les dan regalos como los costosos relojes de más de un millón de pesos que les vemos luciendo a los políticos que sabíamos venían de familias modestas. Así, les van regalando casas o vehículos o viajes a sus hijos o a sus familiares cercanos, que son los que ocultan el enriquecimiento desde y por el poder. Así que cuando se desata un escándalo como el desatado, con datos y señas de las nuevas casas que llegan a formar el patrimonio del jefe de jefes, todos saben que estas no son de la nada, son parte de los favores o de los contratos o de los negocios que se hacen con algunos importantes empresarios o banqueros; y ahora, no es raro escuchar o ver que son parte de los tratos que se hacen con los inversionistas extranjeros o con los delincuentes organizados que forman parte del poder real en el país.
Entendemos, todos los mexicanos, cómo se realiza este mecanismo de enriquecimiento explicable de parte de los políticos, funcionarios, policías, empresarios y financieros en el país. Todo se logra gracias al mecanismo de utilizar los recursos y bienes públicos, por parte de los que mandan, para hacer enormes y jugosos negocios privados.
Muchos pagos son en especie para no dejar rastro, claro que cuando uno está en la política los rastros se huelen y se descubren por parte de los que buscan alcanzar el poder o bien por los que son desplazados de los negocios y explican o filtran los datos para desatar los escándalos; y así, ellos renegocian esos negocios para que sean beneficiados por los que mandan.
Por esa razón, ahora, ante el escándalo de las casitas y casotas, y de los recursos para obtenerlas, para desenmarañar los canales de financiamiento y para descartar a los cómplices o socios, se debe actuar con otros métodos y no como lo vienen haciendo, porque entre más se muevan en el pantano de la corrupción, más se hunden.
El chiquero de la corrupción y de la represión en el país despide olores que nos hacen vomitar, y a pesar de que no se vean los detritus porque se esconden como la mierda de los gatos, se huelen y no se pueden ocultar.
Esperamos que el presidente, no su familia, el presidente, tenga una buena explicación y demuestre que esas casas y casotas son bienes bien adquiridos y no son producto de las negociaciones que todos sabemos se hacen en este país, y que son el camino del enriquecimiento de los impúdicos y cínicos funcionarios públicos.