¿Por qué la gente sigue votando por idiotas?
Tony Fernández.
The Guardian trata de explicar por qué seguimos votando por personas cuya capacidad intelectual a menudo plantea serias dudas. El periódico británico dibuja una triste realidad: un candidato inteligente se ve obligado a fingir ser estúpido para tener éxito en la arena política.
[quote_box_center]“Todos los políticos no son idiotas, pero muchos de ellos lo son”, escribe el periódico.[/quote_box_center]
Para explicar este lado de la democracia occidental, The Guardian usa la psicología. Bajo el llamado efecto Dunning-Kruger, las personas menos inteligentes sobrestiman sus habilidades mientras que, por lo general, las más inteligentes tienden a subestimarlas. Por lo tanto, al ser menos competente crea más confianza y por lo tanto, es más convincente.
Por otro lado, los votantes prefieren aquellos que son capaces de explicar los problemas complejos de una manera simplista, aunque la solución apenas se vislumbre. De acuerdo con la “ley de la futilidad” de Parkinson, toda la comunidad tiende a dar una importancia desproporcionada a cuestiones insignificantes, que son más accesibles al público. Además, para ser convincente tienes que condensar cosas complicadas de una manera sencilla, aunque a menudo mal, concluye el artículo.
Y aun cuando uno es inteligente y culto, es mejor fingir que no se es para tener éxito en la política. Se tiene que saber pasar por “un hombre del pueblo”. The Guardian también indica que la mayoría de la gente, incluyendo los votantes, son sensibles a los estereotipos y clichés, por lo que hay que dar preferencia a los grupos sociales más “amigables” para el público en general.
Por lo tanto, los candidatos menos inteligentes que juegan con las fobias de los votantes y niegan las evidencias embarazosas tienen más probabilidades de éxito que aquellos que evocan los hechos “indeseables” para el público.
“Es realmente una situación desafortunada, pero así es como funciona nuestra conciencia”, concluye.
(Conjugando adjetivos).