No puede. 7 de cada 10 mexicanos lo rechazan
Quienes lo impusieron en la presidencia de manera ilegal son los culpables de la debacle nacional que estamos sufriendo.
Catalogado como uno de los presidentes más ineficaces, corruptos y caros que ha tenido nuestro país en toda su historia, Enrique Peña Nieto de manera inaudita se acerca a la mitad de su sexenio en medio de un ambiente social que en cualquier momento podría estallar.
Conminado ya a renunciar por amplios sectores y por destacados personajes de la política y del periodismo, el actual mandatario, maltrecho en su imagen a pesar de haber gastado ya 10 mil 800 millones de pesos de nuestro dinero en publicidad, parece caminar por un campo minado en el que las bombas nada metafóricas de Tlatlaya, Iguala, Apatzingán, Ostula, La Casa Blanca, la entrega de PEMEX a los estadounidenses, la devaluación del peso, el nulo crecimiento económico, la ausencia de combate a la corrupción, la inseguridad y el aumento del desempleo y la pobreza le han estallado en las manos sin tener la más mínima idea de qué hacer para sacar a la nación del abismo al que la ha conducido.
Preparado más para hacer negocios privados con los recursos públicos de las arcas de los gobiernos que ha ocupado (gubernatura del Estado de México y presidencia de la República) que para ejercer funciones de un auténtico jefe de Estado, Peña Nieto proviene de esa estirpe de “políticos” depredadores que desde la década de los años 40 del siglo pasado comenzaron a enriquecerse brutalmente apoderándose del fisco de varios municipios mexiquenses, entre ellos el ya tristemente célebre Atlacomulco, a la sombra de su principal jerarca, el político Isidro Fabela Alfaro. Descendiente de las familias emparentadas de apellidos Peña, Del Mazo, Vélez y Montiel, cuyos integrantes conformaban una temible banda de abigeos y despojadores de bienes inmuebles (Los Golden Boys, Francisco Cruz Jiménez. Editorial Planeta pág. 31), Enrique Peña Nieto ha sido la expresión mejor acabada de estas dinastías de asaltantes del erario.
Hoy, el teatro mal montado que escenificó al ordenarle a su lacayo “secretario de la Función Pública”, Virgilio Andrade Martínez, que lo exonerara de responsabilidades por la adquisición ilegal de La Casa Blanca y las “disculpas” que ofreció al pueblo de México por “la confusión” provocada por estos hechos evidentemente corruptos, lejos de conseguirle un poco de adeptos le ha provocado una estrepitosa caída más en su ya de por sí menguado índice de aceptación.
Y es que recientemente el Pew Research Center (institución estadounidense especializada en estudios políticos socio-económicos) dio a conocer la metodología y los resultados de una encuesta realizada a mil ciudadanos mexicanos de diferentes estratos sociales que revelan que 7 de cada 10 entrevistados rechaza el desempeño de Enrique Peña Nieto en temas como educación, economía, corrupción y combate a la delincuencia organizada.
En medio de este panorama, Enrique Peña Nieto ha hecho cambios en su gabinete que, lejos de inspirar alguna esperanza para salir de la situación desastrosa que atravesamos, nos erizan la piel al ver que algunos personajes que ha designado para ocupar las titularidades de ciertas secretarías que conforman su gabinete difícilmente conocen las tareas que supuestamente van a desempeñar, como por ejemplo su ex jefe de la Oficina de la Presidencia, Aurelio Nuño, que de pronto ha sido ungido como “flamante” secretario de Educación, o su ex secretaria de Turismo, Claudia Ruiz Massieu, quien sin ninguna preparación diplomática ha sido impuesta en la Secretaría de Relaciones Exteriores. Y así por el estilo están los cambios que se dieron en la Semarnat, con Rafael Pacchiano; en la Secretaría de Turismo, con Enrique de la Madrid; en la secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU), que ya parece ser la antesala del cementerio político del sexenio peñanietista pues se va el ex procurador cansado, Jesús Murillo Karam, y llega Rosario Robles luego de haber perdido su “Cruzada contra el Hambre” y de haber desfalcado a la SEDESOL con miles de millones de pesos desviados a los bolsillos de empresarios corruptos, y en el ISSSTE, en donde Peña Nieto “tuvo a bien” colocar como director a José Reyes Baeza Terrazas, acusado de tener vínculos con el crimen organizado antes y durante su gestión como gobernador de Chihuahua, de 2004 a 2010 (Expediente
PGR/SIEDO/UEIDCS/313/2010. Visitar liga http://www.sinembargo.mx/30-07-2012/315363).
¿Hacia dónde cree usted, apreciado lector, que nos llevarán estos cambios de políticos fracasados por políticos improvisados, uno de los cuales es altamente peligroso por sus antecedentes delictivos?
Estos últimos meses de este año 2015 seguramente serán de los más largos de este malogrado sexenio ya
que cada día se agudizan más las crisis económica, política y social que padecemos, producto de la pésima conducción del país que realiza un presidente de la República neófito en asuntos de Estado y a las órdenes de los poderes fácticos nacionales y de los intereses del imperio norteamericano. Ojalá el pueblo de México despierte y reaccione como ha reaccionado el pueblo guatemalteco que masivamente ha salido a las calles para exigir la renuncia de su primer mandatario, Otto Pérez Molina, por cometer actos de corrupción mucho menos graves que los que ha cometido nuestro presidente Enrique Peña Nieto.
Exigir la salida inmediata de Peña Nieto y su gabinete, y desconocer a la partidocracia criminal para conformar un nuevo Constituyente con el que podamos recuperar lo que nos han robado, serían los primeros pasos que los ciudadanos deberíamos dar para reestructurar nuestra nación.
No hay otro camino para iniciar una vida nueva para nosotros y para nuestros hijos.