La química de la sexualidad

La complejidad que caracteriza a la sexualidad humana se debe en gran medida, a que en ella están las dimensiones biológica, psicológica, social y espiritual.

Desde lo biológico, las hormonas -sustancias químicas cuya secreción está controlada por el cerebro- ocupan un lugar clave para el desenvolvimiento de la respuesta sexual, principalmente tres de ellas: la testosterona, los estrógenos y la progesterona. Tradicionalmente se ha considerado masculina a la primera, y femeninas las otras dos. La realidad es que todas se encuentran en ambos sexos, si bien en diferentes niveles de concentración.

La testosterona es la hormona que más relevancia tiene respecto de la actividad sexual masculina. Hasta el comienzo de la pubertad no es segregada en cantidades importantes, pero hacia los 12-13 años su producción se incrementa con rapidez, menguando después de los 50. Esta sustancia cumple un papel fundamental en la regulación del impulso o deseo sexual. Por eso niveles bajos de testosterona generan una reducción del deseo y dificultades en la respuesta de erección.

Aun así la química tiene sus misterios: no en todos los hombres mayores se verifica una mengua de esta hormona. De hecho, muchos poseen cantidades comparables a las de los jóvenes. Por otro lado, después de los 60, los factores psicológicos y sociales adquieren un mayor protagonismo que las glándulas y sus secreciones de cara a la performance sexual.

Los estrógenos cumplen en la mujer una función análoga a la de la testosterona en los varones. También son secretados en pequeñas cantidades durante la infancia, aumentando estos niveles a partir de la pubertad. Gracias a este cambio, los órganos sexuales femeninos pasan a ser adultos. Generan, asimismo, otros rasgos propios de las mujeres: la voz, el cabello, la estructura ósea más ligera, las mamas, la distribución del vello corporal, el tejido graso formando las típicas curvas, la hidratación de la piel.

Esta sustancia se encuentra estrechamente asociada a la libido femenina. Por eso el impulso sexual en la mujer parece aumentar los días de ovulación, cuando la secreción de estrógenos es más alta. En el caso de los hombres, niveles elevados de esta hormona tienen efectos negativos: reducción de los testículos, del deseo sexual, de la respuesta de erección y agrandamiento de los pechos.

La progesterona es una hormona relacionada específicamente con la procreación: prepara el útero para la implantación del óvulo fecundado y propicia el desarrollo de las mamas para la función de amamantamiento.

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