Esteban Villegas Villarreal, escoltas al estilo narco
Juan Monrreal López.
Gómez Palacio, Durango.- Marzo 30 de 2016. Una camioneta blanca, a más de 100 kilómetros por hora, seguida por un vehículo artillado de la policía estatal con 5 elementos entre soldados y policías, abren paso a un convoy que circula alocado por el Boulevard Miguel Alemán, de Gómez Palacio, para doblar en la esquina con la avenida Trujano para enfilar hacia el oriente de la ciudad por la misma rúa.
Los ciudadanos conductores de los coches que circulan por esa calle se alinean instintivamente a la derecha ante las alertas de las alarmas policiacas y chicharras de la caravana de pick up blancas, patrulla estatal y municipal que generan alboroto por el ruido que emiten y la rapidez con la que circulan sin que los agentes de tránsito los molesten.
En las intersecciones del boulevard y las calles confluentes, agentes viales detienen el tráfico, como si el personaje resguardado fuera funcionario público del llamado primer nivel; pero no, se trata de Esteban Villegas Villarreal, candidato del PRI a la gubernatura, usando recursos públicos en una pre campaña que ya anuncia el dispendio que vendrá, cuando la guerra electoral sea abierta.
Al centro de la caravana va el vehículo blindado que resguarda a Villegas Villarreal, quien dejó tirada la presidencia municipal de la capital del estado con tal de “alcanzar su sueño” de gobernar la entidad, al precio que sea, aunque su ilusión no coincida con los deseos de los duranguenses.
Impuesto como candidato del PRI a la gubernatura por el triunvirato del poder estatal, los hermanos Jorge y Antonio Herrera Caldera, y el primo Rafael Herrera Piedra -el cártel político más poderoso de Durango en este momento-, Esteban Villegas, irritado, apresura al chofer de la camioneta blanca para llegar hasta el estacionamiento del restaurante Martin’s, a menos de 2 minutos de tiempo a esas velocidades, desde que doblaron en Trujano.
Al llegar a la avenida Victoria, agentes de tránsito le franquean el paso, atajando el tráfico vehicular.
Al arribar al estacionamiento, las camionetas policiales se apostan en la entrada aledaña al Boulevard Miguel Alemán. Dos furgones se estacionan frente al local del establecimiento, mientras otras dos pick up flanquean uno de los extremos del local. La quinta camioneta blanca se coloca pegada al puente que cruza la rúa. Sobre la plataforma del pasadero, dos guardaespaldas del candidato del PRI a la gubernatura vigilan desde esas alturas con las manos sobre la cintura.
Las puertas del Martin’s se abren al paso del ex alcalde de Durango, quien toma un lugar previamente seleccionado por las custodias, quienes ocupan un tercio del restaurante despejándolo de comensales.
El ex alcalde de Durango empieza a despachar en esa oficina improvisada, quiere que lo miren, que se sepa que se reúne con operadores del candidato de la alianza conformada por el PAN-PRD, “Unidos por Ti”, que postula como su candidato a la gubernatura a José Rosas Aispuro, “El Güero”, por ahora arriba en las encuestas.
Villegas Villarreal busca de la manera que sea cooptar militantes opositores o cuando menos sembrar la duda acerca de las lealtades electorales.
Esteban Villegas llegó a la candidatura a gobernador por el PRI por la lealtad prestada al cártel político más poderoso de Durango durante este sexenio que ya está por terminar, el triunvirato Herrera Caldera-Herrera Piedra. Villegas Villarreal ahora recibe el pago de haber destrozado el voto ciudadano con trampas varias en el año 2010 que llevó al gobierno al ultraderechista Archicofrade de Durango -organización filial del Yunque-, Jorge Herrera Caldera.
Ese año, como presidente estatal del PRI, usó dinero ilegal para comprar votos, alentó el robo de urnas e, incluso, nunca condenó la violencia desatada antes y durante el proceso electivo en el que hubo balaceras que culminaron con la desaparición de cajas de votación en las secciones electorales que no les favorecían, coincidentemente las de votación más copiosa en contra del PRI.
Aun así, la diferencia en contra de Aispuro Torres, apenas fue de 11 mil 500 votos.
Peor: el fin de la jornada electoral también dejó saldo de asesinatos.
Esteban Villegas Villarreal nunca ha concluido una responsabilidad en los cargos en los que ha sido ubicado por su padrino Jorge Herrera.
Dejó tirada la diputación local. Luego la secretaría de Salud. La presidencia estatal del PRI. La presidencia municipal de Durango, en la que por cierto legó números negativos en los años que despachó como alcalde.
Villegas Villarreal sigue recibiendo gente, allí aislado en el segmento del Martin’s, por el despliegue de fuerza de los guaruras, pero también por el carácter hosco que muestra hacia los ciudadanos.
Tras casi un par de horas de permanecer en el establecimiento, Esteban Villegas se levanta del asiento que ocupa causando incomodidad en la gente sentada en el refectorio por los desplazamientos del cortejo de seguridad.
Los guachimanes abren de par en par las hojas de cristal del negocio para que Esteban Villegas se escurra en el hueco.
Los vigilantes parapetados en el puente peatonal bajan corriendo tan rápido como las botas vaqueras que calzan se los permiten.
Los guardaespaldas despliegan formación diamante para que Villegas Villarreal trepe en la camioneta blindada que ya lo espera.
La operación del convoy se repite.
La camioneta de la policía estatal capitanea la caravana con sirena abierta. Le siguen un vehículo blanco, la patrulla municipal tipo pick up, el automóvil blindado de Esteban Villegas y después el resto de los automotores que rugen por el Boulevard Miguel Alemán hasta estacionarse en las calles laterales del edifico del PRI municipal.
Y mientras agentes viales locales y parte del exiguo cuerpo policiaco de la ciudad se destinan para cuidar al candidato del PRI a la gubernatura -todo un exceso en un municipio que no cuenta con policías desde febrero del año 2013 cuando la ex alcaldesa y hoy diputada federal, Rocío Rebollo Mendoza, dejó que la policía se pudriera por su relación con la delincuencia organizada a grado que el gobierno federal la desapareció-, el municipio sigue atrapado por la ola delincuencial.
Y las preguntas surgen: ¿Por qué el séquito de guaruras y el convoy de camionetas que acompaña a Esteban Villegas? ¿Le teme a algo que los ciudadanos desconocemos?
(democratanortedemexico.com).