Empiezan campañas
[dropcap]E[/dropcap]ste 1 de abril comenzaron las campañas proselitistas en los 12 estados de la República en donde habrá elecciones el próximo 5 de junio. En este proceso, a pesar de contar ya con la participación de candidatos independientes, no se esperan muchas novedades, en el entendido que los ciudadanos que no pertenecen a ningún partido y lograron sus registros van a esta contienda en una total desigualdad de condiciones, amén de que algunos de estos candidatos “independientes” no lo son tanto por sus relaciones más que cercanas con gobiernos priístas, panistas y perredistas.
En este contexto, ya las precampañas nos han dado un ligero adelanto de lo que serán las campañas formales: la entrega de dádivas a cambio de votos, las coerciones corporativistas, el desvío de recursos públicos materiales y humanos para favorecer a tal o cual candidato, las componendas en lo oscuro o a la vista de todos para negociar los votos de los ciudadanos, la compra de voluntades y el servilismo de no pocos personajes que harán lo que sea necesario con tal de seguir en el juego del saqueo del erario son escenas que en los siguientes dos meses veremos con mucha frecuencia.
En este contexto de promiscuidad política la sociedad mexicana ya ha dado bastantes muestras de repudio al esquema establecido, es decir, a la partidocracia que ha llevado a nuestro país al estado lamentable en el que se encuentra. Primero, con una crisis ya inaceptable de violaciones a los derechos humanos que seguramente se agudizará con la aprobación de la deleznable Ley Atenco por los diputados nefastos del Congreso del Estado de México, gobernado por el sátrapa Eruviel Ávila, que faculta a las fuerzas policíacas de esta entidad a utilizar la violencia sin límites para disuadir a los ciudadanos que se atrevan a manifestarse públicamente; y luego con la crisis económica que ha empeorado durante este sexenio en el que la pobreza ha aumentado a niveles alarmantes a la par que los ingresos de la ciudadanía han disminuido. Penosamente, estas dos agravantes ya han sido denunciadas en foros internacionales como la ONU, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), pero el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto parece no inmutarse ante los señalamientos de irresponsabilidad que le han hecho estos organismos.
Estas dos circunstancias, las crisis de violaciones a los derechos humanos y el aumento desmedido de la pobreza, representan el rotundo fracaso de la clase política mexicana, fracaso que parece no importarle mientras pueda seguir cometiendo saqueos indiscriminados y poniendo al mejor postor lo que queda de nuestro patrimonio nacional.
Así hemos visto el enriquecimiento ilícito descarado de la mayoría de nuestros gobernantes, desde secretarios de Estado hasta esos pequeños dictadorzuelos que fungen como gobernadores en los estados de la República, en los que indistintamente han acaudalado de manera insultante a sus familiares más cercanos otorgándoles millonarios contratos a las empresas que estos han creado al vapor y a la vista de la ciudadanía, porque ahora esa impunidad que ellos mismos se brindan les permite robar abiertamente con la confianza plena de que no van a ser castigados.
Hoy, por desgracia, en nuestro país la política lejos de ser el arte de gobernar se ha convertido en uno de los negocios más sucios y productivos para esas huestes de políticos que ahora son verdaderos carteles delictivos.
Y será interesante ver lo que estas “opciones” políticas le van a ofrecer al pueblo de México en esta campaña electoral, además de tortas, playeras, litros de aceite y kilos de frijol, ya que hasta el momento todas esas promesas de bienestar, seguridad y justicia que campaña tras campaña salen de las bocas mentirosas de nuestros políticos no se han cumplido; por el contrario, cada día hay más hambre, más desesperanza y ninguna luz al final del túnel, pues si acaso el partido Morena de Andrés Manuel López Obrador representaba una verdadera opción de cambio, con tristeza y frustración hemos atestiguado en las redes sociales y en directo la cooptación de que han sido objeto varios de sus dirigentes estatales por parte de gobiernos priístas para que este partido designara a candidatos con perfiles deplorables, que no ofrecen ninguna competencia ni representan peligro alguno para el principal partido depredador de México, el PRI.
Y a tal grado ha llegado el descontento en Morena que hasta sus mismos militantes le han reclamado públicamente a Andrés Manuel López Obrador el no haber actuado para evitar las corruptelas aberrantes de sus dirigentes locales, llegando al extremo de manifestar su repudio al máximo jerarca izquierdista despidiéndolo a jitomatazos, como sucedió recientemente en la población de Rosarito, Baja California.
Así están las cosas con esta ciudadanía mexicana que ya está harta de los cochupos y enjuagues de la partidocracia, que ya está harta de los saqueos del presidente de la República y de los robos de sus gobernadores y parientes mientras hay millones de paisanos que sufren hambre y miseria; una ciudadanía a la que ya no se le engaña fácilmente, por lo que en esta campaña electoral no deberá de sorprendernos que muchos de los candidatos de la partidocracia corrupta sean despedidos con cajas destempladas de no pocas comunidades y colonias del país entero.
Ojalá que este rechazo a la partidocracia beneficie a los verdaderos candidatos independientes, a esos que son realmente auténticos, que no tienen antecedentes ni vínculos con ningún partido político ni ningún grupo mafioso… esos a los que el pueblo conoce perfectamente y sabe que le van a responder.