Instituciones colapsadas

Luis Leija.

Sabemos desde siempre que los cuerpos policiacos en México han sido legendariamente corruptos y violentos, que sus filas han sido engrosadas con elementos que no buscan en áreas productivas los ingresos que dentro de estas corporaciones se facilitan.

El poder político no escapa a este fenómeno, ancestralmente ha estado integrado por personas avariciosas y corruptas –salvo raras excepciones– que hablan del bienestar del pueblo, de justicia, de la mejora ciudadana, pero en el fondo buscan encontrar acomodo dentro del gobierno, donde se blindarán de impunidad para cometer descarada o cautelosamente toda clase de fechorías, de acuerdo a las oportunidades que se les vayan presentando en el camino.

Así venían operando las instituciones en México, dentro de un grado de corrupción tolerado.

Cuando el poder ejecutivo pasó a manos del Partido  Acción Nacional, la podredumbre intrínseca del país tuvo que adaptarse al nuevo régimen, que no tenía experiencia en estos menjurjes, en especial al interior de las fuerzas del orden.

El contrabando, el narcotráfico, la prostitución, el robo, el asalto, la extorsión y otros delitos que habían sido manejados por los delincuentes en contubernio con las autoridades, ahora padecían cierta incertidumbre.

[pull_quote_center]Lic. Sonia Yadira de la Garza Fragoso, Fiscal General de Durango, en reiteradas ocasiones ha sido señalada en medios nacionales por sus presuntos vínculos con el crimen organizado.[/pull_quote_center]

La solución para la delincuencia fue ingresar de lleno dentro de las instituciones que, oficial e hipotéticamente, fueron hechas para combatir el delito; las policías, ya de por sí corruptas, ahora estarían abiertamente en manos de criminales.

De ahí en adelante, las corporaciones de seguridad, supuestamente constituidas para cuidar y defender a la ciudadanía, no solo están infiltradas por los carteles delincuenciales, sino subordinadas a éstos.

Las instituciones de los tres poderes y de los tres niveles de gobierno pertenecen a la delincuencia, y en el ámbito internacional no es distinto, salvo, tal vez, rarísimas excepciones.