La Mayéutica, el hilo negro y Aurelio Nuño
En el siguiente dialogo, Platón expresa cómo entendía Sócrates el proceso de la enseñanza, la investigación y el conocimiento.
“El oficio de partear tal como yo lo desempeño, se parece en todo lo demás al de las matronas, pero difiere en que yo lo ejerzo sobre los hombres y no sobre las mujeres, y en que asisten al alumbramiento, no los cuerpos, sino las almas. La gran ventaja es que me pone en estado de discernir con seguridad si lo que el alma de un joven siente es un fantasma, una quimera o un fruto real. Por otra parte, yo tengo de común con las parteras que soy estéril en punto a sabiduría, y en cuanto a lo que muchos me han echado en cara diciendo que interrogo a los demás y que no respondo a ninguna de las cuestiones que se me proponen, porque yo nada sé, (yo solo sé, que nada sé) este cargo no carece de fundamento. Pero he aquí por qué obro de esta manera. El Dios me impone el deber de ayudar a los demás a parir, y al mismo tiempo no permite que yo mismo produzca nada. Ésta es la causa de que no esté versado en la sabiduría y de que no pueda alabarme en ningún descubrimiento que sea una producción de mi alma. En compensación, los que conversan conmigo, si bien algunos de ellos se muestran muy ignorantes al principio, hacen maravillosos progresos a medida que me tratan, y todos se sorprenden de este resultado, y es porque el Dios quiere fecundarlos. Y se ve claramente que ellos nada han aprendido de mí, y que han encontrado en sí mismos los numerosos y bellos conocimientos que han adquirido, no habiendo hecho yo otra cosa que contribuir con el Dios a hacerles concebir”. Platón, Teeteto (Platón, Diálogos. Editorial Porrúa, p. 301).
La Mayéutica es sinónimo de lo que conocemos ahora como Obstetricia: El arte de los partos. En filosofía es pues, literalmente, el parto (la generación) de conocimiento.
Lo propuesto por Aurelio Nuño con su lema “Aprendiendo a Aprender” no es nada nuevo, y de hecho ha descubierto el hilo negro, y que bueno. No se debe utilizar a un niño como un receptáculo de los pedazos (a veces falsos) por ejemplo de la Historia oficial. Tampoco debe usarse como un ente capaz de memorizar una serie de datos, fechas, etc., y mucho menos hacerle ver que ya todo está hecho, con lo cual se mutila gravemente su capacidad de inventiva, lo que al final de cuentas nos convierte en entes atrapados por la tecnología de otros países, siendo incapaces de producir innovaciones o francos inventos para que nuestra nación realmente sea competitiva y no rehén de las compañías extranjeras convirtiéndonos en maquiladoras con sueldos de esclavos con sus tiendas de raya (vales de despensas).
La técnica de la Mayéutica fue la que hizo que un niño de Macedonia llegara a convertirse en Alejandro Magno, desde luego, bajo las enseñanzas de su preceptor Aristóteles.