G20, el repudio al imperialismo, un presidente sucio y un partido contaminado

Como cada año, el pasado 7 de julio se realizó un encuentro más entre los mandatarios de los países más poderosos del mundo, reunión en donde se toman acuerdos de relevancia internacional en temas de medio ambiente, crecimiento económico, comercio, desarrollo sostenible, clima, energía y terrorismo, entre otros temas que nos afectan a todos. También, la llamada cumbre del G20 cada año atrae a muchos más activistas y manifestantes de todo el mundo que están en contra de las políticas depredadoras que practican los gobiernos de estas naciones, como su abusiva hegemonía económica y nulo interés en asuntos como el calentamiento global, sustentabilidad y conservación de la flora y la fauna del planeta.

La anfitriona del evento en esta ocasión, la alemana Angela Merkel, había asegurado que en Hamburgo se contaba con los requisitos de logística y seguridad necesarios. Sin embargo, antes de que iniciara la cumbre del G20, las protestas, manifestaciones y marchas no cesaron, y se mantuvieron durante los días del foro, apoyadas con frases, barricadas, bombas molotov y disturbios en toda la ciudad entre policías y grupos bien organizados de activistas radicales que reflejaron el hartazgo que las sociedades del mundo tienen hacia sus gobernantes.

Muchos puntos de la ciudad de Hamburgo, Alemania, fueron incendiados por miles de europeos en protesta contra el G20, que integran los países más poderosos y depredadores del planeta.
Muchos puntos de la ciudad de Hamburgo, Alemania, fueron incendiados por miles de europeos en protesta contra el G20, que integran los países más poderosos y depredadores del planeta.

Por otro lado, el verdadero valor de estas cumbres inútiles para la humanidad se centra en los encuentros informales entre gobernantes, fuera de la agenda oficial, y uno de esos encuentros se dio entre Donald Trump y Vladimir Putin, reunión calificada de vergonzosa pues Rusia es señalada por interferir en los comicios presidenciales de E.U., en 2016. Trump, por su parte, se mantuvo en la postura del comercio proteccionista y no se integró al Acuerdo de París para prevenir el cambio climático, razón por la que fue más que repudiado por los miles de manifestantes ambientalistas presentes en Hamburgo, Alemania.

Al fin de cuentas el G20 llegó a las mismas conclusiones de siempre, que no son más que buenas intenciones de dientes para afuera que nunca se llevan a cabo para salvar a nuestro planeta, evitar hambrunas, guerras e invasiones, y mejorar el nivel de vida de la humanidad.

Sobre el terrorismo (ese que también ellos practican desestabilizando naciones para apoderarse de sus riquezas naturales), los líderes mundiales declararon una lucha para evitar su financiamiento utilizando proveedores de internet y aplicaciones para detectarlo. Y una vez más quedó claro que solo en casos de terrorismo deben utilizarse ese tipo de programas y equipos, mientras que en México son usados para el espionaje de periodistas, activistas, defensores de los derechos humanos, abogados e investigadores, pues ya se confirmó que un teléfono celular utilizado por el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que investigaban el genocidio de los 43 normalistas de Ayotzinapa recibió mensajes de texto para ser infectado por el software de espionaje Pegasus, comprado ilegalmente por la Procuraduría General de la República al inicio del sexenio de Enrique Peña Nieto.

 Los integrantes del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes de la CIDH que investigaban el genocidio de los 43 normalistas de Ayotzinapa también fueron espiados por el gobierno corrupto de Enrique Peña Nieto.
Los integrantes del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes de la CIDH que investigaban el genocidio de los 43 normalistas de Ayotzinapa también fueron espiados por el gobierno corrupto de Enrique Peña Nieto.

Es claro que estas intervenciones de sucio espionaje entorpecieron las investigaciones del GIEI, pues los especialistas señalaron que el gobierno federal no les dio facilidades para hacer su trabajo, tal como se había comprometido.

Finalmente, este espionaje obstaculizó las indagatorias sobre el caso de los 43 estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos, ya que el gobierno de Peña Nieto se supo amenazado desde que el GIEI derrumbó la “verdad histórica” de la PGR sobre el caso y enderezó las indagatorias hacia la participación del Ejército mexicano en estos hechos vergonzosos.

Así, Peña Nieto quedó nuevamente en la mira en su absurda misión de cambiar la percepción que se tiene de México, un país violento y atascado de corrupción. El GIEI dio por concluida la investigación donde quedaron más preguntas que respuestas, y fue hasta hace pocos días que se reveló lo que ya se había sospechado: que los integrantes de este grupo fueron vigilados y espiados a pesar de contar con inmunidad diplomática, protocolo que impedía siquiera que se les revisaran sus maletas en el aeropuerto, por lo que Peña Nieto está metido en otro lío internacional.

El santón tabasqueño, la contaminación que él mismo ha propiciado en su partido le niega a la ciudadanía la posibilidad de votar por un verdadero partido de izquierda.
El santón tabasqueño, la contaminación que él mismo ha propiciado en su partido le niega a la ciudadanía la posibilidad de votar por un verdadero partido de izquierda.

El mundo y nuestro país están llenos de contradicciones. Los gobernantes demandan y pregonan austeridad en sus gobiernos, pero se gastan cientos de millones de pesos en equipos de espionaje para evitar que se resuelvan crímenes de lesa humanidad; las prisiones están sobrepobladas de culpables por culposos; abundan más que nunca los políticos de doble moral que lo único que protegen son sus intereses a costa de lo que sea, y partidos aparentemente “diferentes” albergan a políticos de antecedentes nefastos, desechados por otros partidos, como Morena el partido propiedad del santón “izquierdista” Andrés Manuel López Obrador, personaje que en los últimos meses ha tomado pésimas decisiones que le están costando caro al recibir en su instituto, con los brazos abiertos, a lo peor de la política mexicana, absolviendo de sus pecados y corruptelas en su locura redentora tanto a cuestionados recaudadores como Lino Korrodi (creador de Los amigos de Fox), como a Manuel Bartlett Díaz, principal operador del fraude electoral del 6 de julio de 1988, y otros pelafustanes que no solo le han metido las manos en los bolsillos a los ciudadanos sino también han impedido el desarrollo democrático de nuestra nación.

Es obvio que López Obrador no podrá engañar a la ciudadanía con estos trucos de mago barato, por lo que su aparente ventaja en las encuestas en su ambición de llegar a la presidencia de la República se irá desplomando a medida que se acerquen las elecciones de 2018, y su partido tendrá serios reveses y pérdidas de registros en no pocas entidades, como por ejemplo Durango, entidad norteña en la que el santón tabasqueño impuso como “dirigente estatal” a uno de sus personeros más cercanos, Rosendo Salgado Vázquez, quien por sus vulgares escándalos etílicos y hostigamientos sexuales a mujeres indefensas ni sus propios compañeros de partido lo aguantaron, siendo destituido recientemente por la Comisión Nacional de Honor y Justicia de Morena, en un acto excepcional ya que fue el mismo López Obrador quien lo protegió a ultranza a pesar de tener conocimiento de su comportamiento inescrupuloso.

Es indudable que la grave contaminación del partido Morena, ya rechazado socialmente en varios estados del país, le niega a los electores la alternativa de votar por un verdadero partido de izquierda que realmente defienda los intereses nacionales, por lo que la ciudadanía, para bien, tendrá que buscar otras opciones distintas a las que ofrece toda la partidocracia en su conjunto.