Nos Veremos En Las Urnas

Roberto Gallardo. No más ciudadanos agachados, no más políticos delincuentes.

Roberto Gallardo.

Con permiso o sin permiso. Con invitación o sin invitación. Aplaudidos o ignorados, pero ahí vienen los candidatos independientes. En 2015 van a estar en las boletas, en números nunca antes vistos en Nuevo León, organizados como jamás lo han estado.
Casi dos décadas de una alternancia política fallida han dejado un saldo de desigualdad, pobreza, inseguridad, contaminación, corrupción e impunidad que han dejado irreconocible a nuestro estado. Paradójicamente, nos iba mejor con el partido único, pues éste era al menos capaz de mantener un clima de paz, así como detener a los peores delincuentes tanto en el sector público como en el privado, manteniendo algún tipo de orden y progreso dentro de lo que esencialmente era el ejercicio de un gobierno antidemocrático.
Cuando finalmente llegó la democracia, la alternancia falló en lo prometido, pues su propuesta fundamental de “cambio” terminó siendo el famoso “quítate tú para ponerme yo”, el cual simplemente no ayudó a incrementar los controles necesarios sobre la actuación de los funcionarios públicos. Al contrario. Los pocos controles y candados que funcionaban se abrieron. Los frenos se relajaron. La impunidad pasó de ser excepción a ser la regla. La rendición de cuentas… un sueño guajiro. La democracia prometida degeneró en partidocracia, con dos partidos controlando la gran mayoría de los puestos públicos, cimentados en un acuerdo básico de fondo: todos roban, nadie va a la cárcel.
Los números macro no mienten: Mientras los servicios públicos se han deteriorado y los niveles de vida han bajado, el gasto público se ha disparado. La deuda del Estado y los municipios (bajo gobiernos de ambos partidos), ha roto récords y ha situado a Nuevo León en el segundo lugar de endeudamiento a nivel nacional, solo detrás del Distrito Federal y, por supuesto, superándolo en nivel de endeudamiento per cápita. Vaya privilegio.
Todo lo anterior ha frenado el crecimiento y transformado la vida de los habitantes del estado al punto de volverla casi irreconocible. Los platillos tradicionales siguen siendo el cabrito y la arrachera, el machacado y las glorias, pero nuestros ancianos ya no salen a la banqueta a tomar el fresco de la tarde. Seguimos teniendo al Cerro de la Silla como símbolo, pero el aire sucio no nos deja verlo, pues Monterrey es la segunda ciudad más contaminada de México. Hemos perdido las altísimas tasas de crecimiento que nos caracterizaban, y ya no somos destino favorito de la inversión nacional o extranjera.
Ahora puede llegar una segunda alternancia, en la cual los independientes comiencen a ocupar puestos públicos, pues en 2015 estarán en juego todos los puestos de elección popular en el estado; es decir, 51 presidencias municipales, 26 diputaciones locales y la gubernatura. Estamos hablando de 78 puestos para los cuales los independientes van a competir, sea a través de la figura de las candidaturas independientes, o a través de candidaturas ciudadanas que los partidos pequeños puedan ceder a la ciudadanía, reconociendo en éste último caso, la urgente necesidad de oxigenar la escena política nacional.
Independientes, ¿para qué?
La existencia de independientes en la boleta será en su caso un triunfo parcial. Todavía faltaría que la ciudadanía se organice de modo tal que esta inclusión para ser votados se traduzca en el triunfo de estos candidatos, y más importante aún, en proyectos de gobierno que efectivamente nos alejen de las prácticas que han deteriorado la política local.
Recordemos que a mediados de los años 90’s, el Partido Acción Nacional comenzó a desplazar la virtual exclusividad que tenía el Partido Revolucionario Institucional sobre la vida pública en Nuevo León, con victorias en diversos municipios, y finalmente en la gubernatura misma. Desafortunadamente, este proceso de alternancia resultó ser en realidad una “asimilación política”, en la que los nuevos ingresos a los puestos de autoridad gradualmente adoptaron los vicios que caracterizaban a la élite anterior, consolidando rápidamente un nuevo grupo político conformado por funcionarios emanados de diversos partidos, pero más opaco, corrupto e inepto que la anterior. “El cambio” llegó, pero en el fondo, las cosas siguieron prácticamente igual.
La alternancia no trajo un combate frontal en contra de la corrupción. No trajo una mayor eficiencia en el uso de los recursos públicos, ni siquiera la conformación de una agenda ciudadana del día a día. Trajo una continuidad de prácticas perversas bajo diversos colores. A nivel nacional sucedió lo mismo cuando Vicente Fox llegó a la presidencia. Finalmente, no estuvo a la altura de las circunstancias históricas que lo llevaron al poder, limitándose a administrar lo existente en lugar de transformar la realidad de acuerdo a lo prometido en campaña.
Por ello, ahora que las piezas comienzan a caer en su sitio, y es posible el tránsito hacia una nueva etapa, es indispensable que la ciudadanía recuerde que la alternancia en sí no trajo una mejora dramática o sustancial en el ejercicio del poder, aprendiendo de esta experiencia, como primer paso, saber a qué candidatos hay que apoyar, y sobre todo para qué.
Si lo que buscamos es un cambio rápido hacia mejores condiciones de gobierno, tenemos que hacer la tarea y buscar que nos representen aquellos ciudadanos que en su trayectoria han demostrado una real capacidad transformadora sobre su entorno, independencia en relación a las cúpulas dominantes, capacidad de negociación e innovación y, por supuesto, valentía pura y simple, pues los cambios despertarán la resistencia de grupos privilegiados; y quienes seguramente se resistirán a la transformación de Nuevo León serán personajes que han demostrado sobradamente su falta de escrúpulos y respeto a la ley. No nos debe sorprender que en su afán por mantener el poder y los privilegios, las cúpulas atrincheradas agredan a los ciudadanos recién entrantes al juego electoral.
Pero finalmente, a la hora de la votación, eso importa poco. Valientes sobran, y con permiso o sin permiso, con invitación o sin invitación, aplaudidos, ignorados o inclusive agredidos, ahí vienen los independientes, y estarán en la boleta. Exijamos que sea para una transformación histórica del marco institucional. Animémosles a que vayan al fondo de las cosas. Apoyemos a los más innovadores, pues el cambio de rostros, nombres y apellidos no será suficiente sin proyectos de cambio específicos, encabezados por personas dispuestas a correr riesgos considerables.
Por salud política, es momento de trazar líneas: De este lado

están los ciudadanos. De aquel lado, está la partidocracia.
Se acerca la batalla. Nos veremos en las urnas.